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Para el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, no solo el Ejército es sospechoso en la desaparición y muerte de Los 43 ni únicamente Tomás Zerón “sembró” restos en el basurero de Cocula y el río San Juan sino que, en el “crimen de Estado” que necea con fabricar, participó también la Marina Armada cuando el comandante de la Octava Región Naval (Guerrero, Oaxaca y Chiapas) era el almirante José Rafael Ojeda Durán, actual titular de esa secretaría.

Más allá de la narrativa con que el GIEI sigue ensuciando el trágico suceso, bastaría una de las respuestas que Francisco Cox le dio este lunes a mi compañero Alejandro Domínguez (MILENIO tv) para constatar el miserable empeño del grupo que goza de una multimillonaria beca pagada por la sociedad mexicana en los gobiernos de Peña Nieto y López Obrador.

Alejandro lo inquirió sobre la recomendación que hizo, cuando funcionaba, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, hace más de tres años: enviar 114 fragmentos óseos al laboratorio de Innsbruck para su análisis genético.

Respuesta: “Lo cierto es que los peritos forenses hacen un diagnóstico y ven si tienen viabilidad o no, para no crear falsas expectativas entre los familiares. Cada envío, para que usted entienda (este chileno habla como insolente porteño que subestima al resto de los latinoamericanos) es una pausa en la angustia; es revivir una angustia de si sus hijos van o no a ser identificados. Por lo tanto, lo que hace el equipo de antropología forense argentino y lo que hacen los peritos de la PGR (ya extinta, hoy FGR) es analizar qué restos pueden ser enviados con viabilidad para no crear falsas expectativas. Lo que hemos pedido a la CNDH es si tenían en su equipo antropólogos forenses o expertos en genética que pudieran dar cuenta de que esos restos son necesarios para enviar, y lo que nos ha respondido es que en ningún momento ha tenido ese conocimiento”.

Ignora pues que la Oficina Especial del caso Iguala (desacreditada y desmantelada por la sectaria Rosario Piedra Ibarra) conformó un grupo multidisciplinario de peritos en Histopatología, Antropología, Genética, Odontología, Química, Medicina y Criminalística para dictaminar, entre 63 mil fragmentos, los susceptibles de contener ADN.

“Por lo tanto –añadió Cox–, simplemente decir que se debe enviar algo sin hacer lo científico previo para ver si hay viabilidad o no de una posible identificación, es una reutilización de los padres de familia…”.

¡Chíngale!

Sobre la noche de Iguala y en cuatro años, la CNDH realizó la más exhaustiva investigación de la historia (precedida en sus alcances por la desaparecida PGR y la del asesinato de Luis Donaldo Colosio), pero este vividor del dolor ajeno quiere hacer creer que a esa institución, “simplemente”, se le ocurrió “decir” que se estudiaran los 114 restos. Como a la 4T, al GIEI no le interesan las identidades de quienes, de no ser algunos o todos Los 43, pertenecieron a seres humanos que siguen siendo buscados por sus familiares…