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El alegato de que el mantenimiento en el Metro no pudo evitar el desplome del tramo en la Línea 12 del Metro porque lo causaron ocultas fallas de diseño y construcción “parece” tener sentido pero, a los ojos de la empresa que realizó el peritaje independiente –la que ensalzaba y contrató el gobierno que ahora la repudia–, la evidencia de que la estructura presentaba problemas era tan “visible” como lo demuestran las fotografías que se tomaron a nivel de la calle con anterioridad.

La pataleada, entonces, carece de sentido, ya que los supervisores del Sistema de Transporte Colectivo, de haber hecho su parte, siempre tuvieron la oportunidad de detectar deformaciones en las uniones de aquel paso elevado.

El problema se pudo detectar en inspecciones rutinarias y extraordinarias de supervisión y mantenimiento que, simplemente, no se realizaron o se hicieron mal –dice el tercer informe revelado por El País. “Prácticas típicas de la industria” (en todo el mundo) en ese tipo de construcciones.

La firma corroboró que no hay registro alguno de “reparaciones realizadas en el tramo hundido…”.

Chíngale.

“No se cuenta con registros de mantenimiento o reparación de los componentes de concreto o metálicos utilizados en la ingeniería civil que fueran proporcionados a DNV (…). Deberían haberse realizado inspecciones más detalladas por un especialista que representara a la dirección de ingeniería civil del STC en los casos de eventos extraordinarios…”, dice el peritaje.

Obvio que, de haberse cumplido con el protocolo, el mantenimiento del Metro no habría resuelto problemas de diseño y estructura, pero sí ahondado en las revisiones y alertado sobre los riesgos, a fin de que la autoridad tomara muy en serio lo evidente y adoptara las medidas que procedieran, incluida la suspensión del servicio, como se hizo durante la gestión de Miguel Ángel Mancera cuando hubo que reparar el desmadre que se descubrió entre vías, trenes y durmientes, al costo económico y político que fuera.

El gobierno capitalino desestima la importancia del deficiente mantenimiento que arrastra el principal medio de transporte del área metropolitana. Tan cuestionable es la eficiencia del mismo que la tormenta del viernes generó cascadas en las estaciones de Cuatro Caminos y El Rosario, y todo por ni siquiera, cuando empiezan las lluvias, preocuparse ni ocuparse de la impermeabilización.

Para vergüenza de la administración que encabeza Claudia Sheinbaum están las palabras de la ex titular Florencia Serranía, quien frente a la tragedia de hace un año dijo “solo soy la directora” y en enero, ante el incendio que destruyó el Puesto Central de Control, así se ufanó: “Yo soy la subdirectora de Mantenimiento.

El Metro tiene tantos problemas que decidí tomar esa posición doble…”. El gobierno de la capital no tiene, pues, la menor excusa o razón para zafarse de su irresponsabilidad en el deplorable mantenimiento del Metro.