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A pregunta de Erik Dijstra, de la Televisión Pública de Holanda (solo mi compañero Pedro Domínguez se interesó por identificarlo), el presidente López Obrador volvió al tema del penacho de Moctezuma, cuya historia y legítima propiedad son tan debatibles como su pertenencia real al gran tlatoani mexica.

Según la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, en su capítulo III y Artículo 27, “Son propiedad de la Nación, inalienables e imprescriptibles, los monumentos arqueológicos muebles e inmuebles”. Y 28: “Son monumentos arqueológicos los bienes muebles e inmuebles, producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispánica en el territorio nacional, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna, relacionados con estas culturas”.

Para Eduardo Matos Moctezuma (maestro en ciencias antropológicas especializado en arqueología, ex director del proyecto de rescate y el Museo del Templo Mayor, miembro de El Colegio Nacional y profesor emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia), “no cabe duda que el penacho es de propiedad nacional. Por lo tanto, no importa si fue un regalo de Moctezuma a Cortés o si se trata de una pieza robada, vendida, o que saliera del país por cualquier otro medio”.

Sin embargo, está convencido de que no se le debe trasladar porque sufriría afectaciones severas debido a las vibraciones de un avión o barco.

La contrariedad presidencial con el gobierno austriaco (aunque dijo ayer: “Ya se me pasó el coraje”) por no haber siquiera prestado la pieza para las conmemoraciones de los 700 años de fundación de Tenochtitlan y 200 de la consumación de la Independencia, está precedida por la investigación y restauración de tres años que hicieron en Viena expertos austriacos y mexicanos (la especialista en arte plumario María Olvido Moreno con un equipo de antropólogos, arqueólogos, biólogos, físicos, fotógrafos, ingenieros, ornitólogos, químicos y destacados investigadores de la UNAM), concluyente sobre la fragilidad del objeto.

Oportuno recuperar lo que el añorado Luis González de Alba publicó en 1996 en La Jornada:

El reclamo “es una invención de los medios. El penacho es una invención de Austria, y Moctezuma es una de las mayores vergüenzas que aprende uno en historia (…). Si sobrevivió, resulta difícil creer que se le pudiera seguir la pista a través de los caóticos primeros decenios en la existencia de México” porque “antes de la conquista no existía este país”.

No hay constancia de que Moctezuma lo usara y “la conquista española la hicieron los pueblos indios levantados contra el siniestro imperio que apenas tenía 100 años como pueblo libre y había pagado su libertad entregando al señor de Culhuacán costales de orejas arrancadas al enemigo. Así que el falso penacho, cuyo único mérito artístico no es el descrito por Bernal (Díaz del Castillo) sino apenas el que pusieron los quetzales masacrados, puede emplearse como plumero, pues no tiene otro valor…”.