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En vez de solicitar al Congreso estatal una explicable “licencia” para dejar el cargo, pero no sin antes despedir a sus titulares de Gobierno y Seguridad por haber encubierto el asesinato del normalista de Ayotzinapa, la gobernadora Evelyn Salgado, en cuanto supo del mentís del primer mandatario en la mañanera del lunes, tuvo el descaro de postear:

“Acompaño lo expresado por el presidente @lopezobrador_ y reitero el compromiso del @Gob_Guerrero para que prevalezca la justicia en el caso del joven Yanqui Kothan Gómez Peralta. Desde el primer momento que sucedieron estos lamentables hechos, instruí que los elementos de la policía involucrados fueran puestos a disposición de las autoridades correspondientes, al igual que todos los elementos de prueba recabados por las instancias estatales, con el claro objetivo de abonar a la investigación y al esclarecimiento del caso, que fue atraído por la Fiscalía General de la República. Reafirmo que en todo momento que este gobierno seguirá contribuyendo a que la investigación sobre este hecho concluya con estricto apego a la justicia y la legalidad. Nada ni nadie por encima de la ley”.

De mal en peor, este martes AMLO hizo una explosiva revelación:

“Ayer el presunto responsable del asesinato del joven de la normal de Ayotzinapa se fugó y se está haciendo la investigación, desde luego la búsqueda, y se van a fincar responsabilidades, pero es parte de esta descomposición que estamos enfrentando…”.

La “descomposición” a que aludió implica reconocer la inseguridad prevaleciente, diagnosticada en forma sustantiva por la Iglesia católica en los compromisos por la paz que suscribieron los tres candidatos presidenciales y que no comparten él ni su correligionaria Claudia Sheinbaum.

El secuestro del respetado y querido periodista Jaime Barrera y la fuga del policía homicida en un mismo día ilustran una realidad que se niegan a aceptar, pero que López Obrador no pudo contener al frasear sobre la “… descomposición que estamos enfrentando…”.

Y es que, como aquí se ha recordado, desde los inicios del calderonato la Secretaría de la Defensa Nacional alertó sobre el riesgo en que la delincuencia estaba poniendo “la viabilidad del país”.

Hace tres años, el general Glen VanHerck, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, aseguró que de 30 a 35 por ciento del territorio mexicano estaba controlado por organizaciones criminales; en julio de 2023, Anne Milgram, directora de la DEA, dijo que los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación operan mundialmente “con 44 mil 800 elementos repartidos en más de 100 países”, y Avril Haines, cabeza del Centro Nacional de Inteligencia gringo, declaró antier que “algunas partes del país, efectivamente, están bajo el control de los cárteles”.

La preocupación de la Iglesia católica mexicana fue precedida del limón en la llaga que vino a poner la claridosa diputada española Cayetana.

Pero ante la palpable desgracia, AMLO y Sheinbaum se aferran a su lúgubre optimismo…