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uando la Policía Federal detuvo (30 de agosto de 2010) a Édgar Valdez Villarreal, los gobiernos mexicano y estadunidense ofrecían 30 millones de pesos y dos millones de dólares cada uno como recompensa por información que condujera a su captura.

Recordé ayer aquí el argumento de La Barbie para mostrarse sonriente ante la prensa y los agentes que le notificaron que sería extraditado: porque “estaba vivo, gracias a Dios estaba vivo, estoy vivo, me agarraron vivo”, lo que no era habitual en las capturas que hacían los militares de la Marina y el Ejército. Además de contrabandear drogas, La Barbie fue jefe de sicarios de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, cabeza de la banda que formó con sus hermanos Alfredo, Carlos y Mario Alberto, caracterizada por su reguero de cuerpos desmembrados, cabezas cercenadas y mensajes contra sus competidores.

Fue pionero en México del uso de internet para causar terror, estrategia copiada de Al Qaeda para difundir videos de ejecuciones. El 1 de diciembre de 2005, por ejemplo, subió el interrogatorio y asesinato de cuatro presuntos zetas que habían sido levantados en Acapulco seis meses antes.

Los policías que lo detuvieron (decenas festejaron su hazaña en la taquería El borrego viudo) y las autoridades que lo recluyeron en el Altiplano estaban al mando del entonces secretario federal de Seguridad Pública Genaro García Luna, contra quien probablemente La Barbie declare.

La cocaína colombiana que traficaba (una y dos toneladas al mes) cruzaba Panamá, Nicaragua y Guatemala; entraba por Tapachula y era transportada hasta Nuevo Laredo para cruzarla al mercado estadunidense.

Arturo Beltrán le había dado en 2006 el control de las operaciones en Guerrero, el bastión más importante de la célebre pandilla familiar.

El 16 de diciembre de 2009, luego de la muerte de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca (a manos de marinos que profanaron el cadáver tapizándolo de dólares), los Beltrán culparon a La Barbie de haberlo traicionado pero, ante sus captores, comentó que aquel día El Barbas lo llamó para pedirle que su gente lo sacara del área en que estaba sitiado pero Valdez le sugirió que se entregara.

Muerto Arturo, se desencadenó una serie de ejecuciones y enfrentamientos con el Cártel Del Pacífico Sur (nombre que los Beltrán adoptaron cuando el mando de la banda quedó a cargo de Héctor, El H, y de Sergio Villarreal Barragán, El Grande). Con la escisión y la captura de Gerardo Álvarez Vásquez, El Indio, compadre y guardaespaldas de La Barbie, éste reorganizó su pandilla manteniendo Guerrero e incursionando en Morelos, el Edomex, CdMx, Nuevo León, Tamaulipas y Quintana Roo.

En aquel 2010 reveló que Arturo Beltrán ordenó matar a mandos de la PF, en represalia por cateos a casas de seguridad y la detención de integrantes de su grupo.

Hace diez años (noviembre de 2012), publicó una descocada carta contra “los narcos” García Luna y Felipe Calderón que le servirá de guion en su papel de testigo protegido…