Elecciones 2024
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Si yo fuera caricaturista, dibujaría un árbol del Central Park de Nueva York; en la corteza de éste, una mano masculina y anaranjada, auxiliada por una navaja, estaría terminando de grabar el contorno de un corazón de enamorados en cuya superficie se leería: Vladimir y Donald. El dibujo lo completaría con el brazo de la persona que maneja la navaja, el cual tendría el cuerpo escondido en la parte trasera del árbol. A la altura de su cabeza sobresaldría un adefesio capilar rubio, exageradamente ridículo.

Es obvio que el personaje de mi cartón sería Donald Trump y mi trabajo estaría motivado por los comentarios del periodista Michael D’Antonio, autor del nuevo libro The Truth About Trump (La verdad sobre Trump), quien en un artículo publicado por la revista Expansión, en alianza con CNN, opinó sobre la problemática admiración de Donald Trump por Vladimir Putin: “El candidato republicano ve un alma gemela en los hombres que sufren el complejo de déspota, que alcanzan el poder a golpe de pura voluntad y ejercitándola sin piedad. Para gran parte del mundo occidental, Putin es el último ejemplo de esta dinámica”.

En el mismo artículo, D’Antonio comenta: “Por mucho tiempo Trump ha estado fascinado con Rusia y, antes de su disolución, la Unión Soviética. Durante principios de los años 80, declaró a The Washington Post que el presidente Reagan debió encomendarle a él la misión de negociar acuerdos sobre armas nucleares con la URSS. “En una hora y media aprendería todo lo que hay que aprender sobre misiles”, dijo.

Aquí surge otra caricatura: Dibujaría en el primer cuadro a Donald Trump presumiéndole a Vicente Fox: “Tú dijiste que resolverías el problema de Chiapas en 15 minutos. En cambio yo puedo aprender todo acerca de misiles en sólo hora y media”. En el segundo cuadro el guanajuatense vomita sobre el copete de estropajo del gringo.

En otro artículo de la misma revista, 
Jeanne Sahadi, escribió: “¿Liberará o no Mike Pence —candidato republicano a la Vicepresidencia— sus declaraciones de ingresos? Si no lo hace —o si su nuevo jefe Donald Trump no lo deja— eso se apartaría de una larga historia de transparencia que es esperada de los candidatos que buscan dirigir la Casa Blanca”.

“La tradición de difundir la declaración de impuestos es tan robusta para los candidatos a vicepresidente como lo es para los aspirantes a la Oficina Oval”, dijo el historiador Joseph Thorndike, editor colaborador de Tax Analysts.

La periodista Sahadi nos hace saber que “el propio Trump se ha negado a publicar sus declaraciones de impuestos. Su razón frecuentemente expresada es que está bajo auditoría (aunque muchos expertos señalan que una auditoría no lo excluye de revelar sus ingresos)”.

Esta vez, mi cartón lo titularía “Transparencia Mexicana”; en él trazaría las caricaturas de Donald y de Mike. El candidato a presidente le explica al aspirante a la Vicepresidencia: “Ahí sí, para que veas, hay que imitar el modelo mexicano del 3de3 que es maravilloso”.

Melania

El señor Trump está casado con Melania Knauss-Trump, nacida en Eslovenia el 28 de abril de 1970, quien obtuvo la nacionalidad estadounidense un año después de su boda con Donald en el 2005. Antes de su matrimonio con el magnate que acostumbra poner su apellido en todas su propiedades, Melanie era modelo y posó desnuda para la revista francesa Max, en el año 1995.

Para apoyar a su marido en la Convención Republicana en Cleveland, la todavía guapa y madura Melanie dijo el pasado día 18 de julio: “Desde muy joven, mis padres me inculcaron los valores de trabajar duro por lo que se quiere en la vida, que la palabra de uno es un compromiso y que hay que hacer lo que se dice y cumplir las promesas, tratar a las personas con respeto”.

Michelle Obama, el 25 de agosto del 2008, expresó: “Barack y yo fuimos criados con muchos de los mismos valores: trabajar duro por lo que se quiere en la vida, que tu palabra te compromete y hacer lo que se dice que se va a hacer, que hay que tratar a las personas con dignidad y respeto”.

Como el lector habrá observado, existe gran semejanza entre uno y otro discurso. Meredith McIver, empleada de la organización Trump, se dijo responsable del presunto plagio por no cotejar lo que escribió, a sugerencia de Melanie, con lo dicho por la actual primera dama hace ocho años. Presentó su renuncia pero los Trump no se la aceptaron.

Si fuera caricaturista, esta anécdota la ilustraría con una tira cómica. Imagínese el lector los dibujos, aquí pongo los diálogos:

Melania.- Te pedí que leyeras mi discurso antes de que lo dijera.

Donald.- Cierto, pero no lo creí necesario. Pensé que te presentarías en público con poca ropa.

Melania.- Donald, eso lo hice cuando tuve 25 años, ahora tengo 46.

Donald.- Pues no sé por qué creí que saldrías con poca ropa, por lo que nadie pondría atención en el discurso por admirar tu trasero con el logotipo Trump, mismo que pongo en todas mis propiedades.

Melanie.- Pues hay propiedades que hace tiempo no visitas. El logotipo Trump se fue cayendo y se está borrando por la celulitis.