¿Acaso tendrán otros datos? ¿Y las encuestas registrarán un empate técnico entre los dos punteros?
En Palacio Nacional, frente a los senadores afines a la Cuarta Transformación, Andrés Manuel López Obrador tomó las riendas de la sucesión. Mario Delgado ni siquiera fue convocado al cónclave.
Tampoco es que la invitación para el presidente nacional de Morena tuviera justificación. Al recinto Constituyentes de 1857 acudirían aquellos que trabajaron horas extra para sacar el paquete de 18 leyes con el que cerró el segundo año de sesiones en la LXV Legislatura. El coordinador de la mayoría izquierdista, Ricardo Monreal Ávila, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, encabezaron al contingente que —a trompicones— frustró el boicot del Bloque de Contención.
El legado lopezobradorista ya es ley, aunque su aplicación dependerá de las resoluciones de los ministros de la SCJN. El anfitrión invitó a la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón.
“Aquí está sentado quien va a sucederme”, declararía López Obrador, según consignan las versiones más consistentes de esa reunión, la noche del último viernes de abril pasado, convocada para cerrar filas. En la bancada morenista, por el caso Inai, estaba en ciernes una asonada contra Monreal Ávila que no consiguió el respaldo presidencial.
La debilidad del coordinador parlamentario era directamente proporcional a su alejamiento de Palacio Nacional. Y también, a las ansias de los grupos que apuntalan los afanes sucesorios de Sheinbaum —sobre todo— y López Hernández.
“Ya no peleen”, pidió a los legisladores y a sus colaboradores. “Ya no se calienten”, observó para luego hacer un largo recuento sobre las grillas internas que impidieron a la izquierda conquistar el poder, hace 25 años.
Las primeras lecturas sobre ese mensaje presidencial eran sobre lo obvio. A más tardar en tres meses —¿julio o agosto?— debería estar definida la candidatura.
Unidos, pero con prisa. “No me voy a meter”, prometió el Ejecutivo federal. “La que o el que resulte electo, ya que se dedique a todo lo electoral. Yo me voy a dedicar a cerrar las obras de gobierno”.
Tres meses, para la definición. ¿Y para las encuestas? Mario Delgado ha establecido un cronograma que se extendería hasta septiembre… si es que hubiera encuesta. Ante las posturas de Monreal y Ebrard, algunos de los asistentes al cónclave del 28 de abril dan una nueva interpretación del mensaje presidencial. La unidad es prioridad —insisten— y antes de las encuestas, hay espacio para construir una “candidatura de consenso”.
¿Acaso tendrán otros datos? ¿Y las encuestas registrarán un empate técnico entre los dos punteros?
Efectos secundarios
GUERRA SUCIA. Al fondo, los volcanes. Y en los márgenes de la placa, un código de barras y la leyenda “Estado de México”, en blanco y negro. Al centro, las siglas 4T-VT-ALV. Soez e irrebatible, ese mensaje metálico ha sido registrado por el equipo de Delfina Gómez. También, el video tergiversado de una entrevista con la abanderada morenista, posteado y replicado por influencers. La impresión de las placas —de acuerdo con las indagatorias— ocurrió en talleres de una empresa de artes gráficas proveedora de gobiernos panistas. ¿Sus siglas? Lazos Internacionales.
CONSECUENCIAS. La condena del presidente Andrés Manuel López Obrador contra la “usurpadora” Dina Boluarte, de Perú, ha alargado el impasse de la Alianza del Pacífico. Pero hay otras formas de agresión a los dignatarios: antier, en Buenos Aires, el expresidente uruguayo, José Pepe Mujica, fue agredido por seguidores del líder libertario Javier Milei en la Feria del Libro. “Mugriento”, “sucio”, “andá a bañarte” y “viva la libertad, carajo”, fueron algunos de los gritos que se escucharon de parte de los “libertarios” contra una figura tan respetada por amplios sectores de su país y del mundo.