La elección de este martes en algo reproduce la de junio aquí en México. El triunfo allá también fue una avalancha. La diferencia es que allá hay contrapesos fácticos e institucionales
Hay un nuevo escenario en el país ante el triunfo de Trump. Regresa a la presidencia, pero también gana el Senado y posiblemente la Cámara de Representantes. No sólo eso, hay un consenso mayoritario entre la sociedad norteamericana, avalado en votos, a favor de su diagnóstico y de sus discutibles propuestas en las que no le va nada bien a México ni a los mexicanos.
Lo que viene, ya lo anunció en campaña el virtual presidente electo y él, como acá, también lo considera un mandato. Por eso se hace necesario que nosotros lo procesemos unidos, pero se requiere que la Presidenta dé una pausa a la confrontación y privilegie su condición de Jefa de Estado, de Presidenta de todos. La polarización es la peor receta ante la amenaza del entorno. La coalición gobernante ya ganó a su gusto la transformación del Poder Judicial; esa es una batalla superada.
La elección de este martes en algo reproduce la de junio aquí en México. El triunfo allá también fue una avalancha. La diferencia es que allá hay contrapesos fácticos e institucionales; sin embargo, sería un error pensar que la segunda presidencia de Trump será semejante a la primera. México en su conjunto y el gobierno nacional al frente, debemos prepararnos para encarar esta circunstancia. No hay espacio para el catastrofismo, pero mucho menos para la candidez.
Ante lo que viene, el liderazgo nacional debe gobernar con visión de Estado y, además, atender la economía y la seguridad, que también constituyen parte del mandato del 2 de junio. Cuidar la economía significa manejar responsablemente el déficit fiscal y crear las condiciones para aumentar la inversión privada a manera de crecer. Se han presentado programas en tal sentido y han sido recibidos con aceptación e interés. La prueba de ácido estará en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación a aprobarse en la Cámara de Diputados el 15 de noviembre.
Los responsables de la estrategia de seguridad ya deben tener más claridad sobre la complejidad del desafío y las capacidades de las acciones, programas e instituciones involucradas. La tarea debe cumplirse pensando que México no puede ser el país de la impunidad porque eso lo expone en todos los planos.
Será muy difícil enfrentar los desafíos del futuro si nos sorprenden divididos.