A propósito del cacheo a menores, Carlos Caballero escribe: Acudía yo a los juegos de futbol de aquí, mi ciudad natal, Victoria Tamaulipas, a ver jugar a los Correcaminos, e íbamos en bola con mi sobrino, en ese tiempo de cuatro años; le colgábamos una cantimplora con Bacardí, y adentro comprábamos los refrescos, cosa que … Continued
A propósito del cacheo a menores, Carlos Caballero escribe:
Acudía yo a los juegos de futbol de aquí, mi ciudad natal, Victoria Tamaulipas, a ver jugar a los Correcaminos, e íbamos en bola con mi sobrino, en ese tiempo de cuatro años; le colgábamos una cantimplora con Bacardí, y adentro comprábamos los refrescos, cosa que desde entonces estaba prohibido en los estadios. Así, mi estimado, que los adultos sí utilizamos a los niños como mulas porque generalmente no los revisan. Ahora los tiempos y las circunstancias han cambiado, qué bien que se prevean actos que lamentar…
Distinto piensan algunos vividores de la “defensa de los derechos humanos” que se quejan del cacheo que el 15 de septiembre mujeres policías hicieron a niñas y niños que fueron llevados por adultos a la ceremonia del Grito en la Plaza de la Constitución.
A la esculcada le llaman “tentoneo” (¡vaya insidiosa exageración!), siendo tan explicable que de lo que se trató fue de reducir el riesgo de que menores fueran usados por criminales para introducir objetos eventualmente peligrosos.