Para la melodía del Himno a la Alegría, Beethoven tomó un fragmento de Misericordias Domini, compuesto por Mozart en 1775
El 7 de mayo de 1824, en el Theater am Kärntnertor, en Viena, se estrenó la Novena Sinfonía de Beethoven, obra musical con la que el autor rompió con todos los esquemas establecidos para una obra de este tipo, por su duración, aproximadamente 80 minutos, y por la introducción de un coro en el cuarto movimiento (la parte final de la sinfonía), cantando una adaptación de “An die Freude” (Himno a la alegría), del poeta alemán Friedrich Schiller.
La sinfonía, considerada patrimonio de la humanidad desde el año 2001, tuvo un largo proceso de maduración, cuyo inicio se remonta a 1816, ya que “en los cuadernillos de Beethoven, escritos ese año, se han identificado esbozos de la melodía del primer movimiento de la sinfonía”, comenta el doctor Edgar Alejandro Calderón Alcántar, investigador del Conservatorio Nacional de Música:
“Cuando él se va quedando sordo, eso le va complicando la vida a él, pero le va facilitando la vida a los que buscan en la historia, porque al menos la mitad de una conversación está escrita en sus cuadernillos. Entonces, desde 1816 se puede palpar cómo iba ideando los comienzos de la Novena Sinfonía, al menos en borradores”
Para la melodía del Himno a la Alegría, Beethoven tomó un fragmento de Misericordias Domini, compuesto por Mozart en 1775.
“La primera vez que Beethoven trabaja con la melodía del himno a la alegría es hacia finales del siglo XVIII, en la Cantata Profana… La primera parte trata del desamor, pero es el amor humano, el amor de pareja… Luego la parte más melódica, el aria de esa cantata, ya habla del amor correspondido…Es ahí donde aparece por primera vez la melodía del himno a la alegría escrita por Beethoven, pero con un texto hacia el amor carnal, digamos hacia el amor pasional”, explica el doctor Calderón.
La segunda vez que Beethoven trabajó con la melodía del Himno a la Alegría fue en la Fantasía Coral.
“La Fantasía Coral es para una pequeña orquesta, solistas, coro y piano. Y el texto tiene que ver con lo que la música representa para el ser humano. Entonces ya dejó de ser el amor personal, el amor individual, de pareja, uno a uno, y se vuelve algo más grande”, comenta el doctor Calderón.
Muchas son las explicaciones que estudiosos de la música han intentado dar al impacto de la Novena Sinfonía en la historia de la humanidad. Para el doctor Calderón parte de la “genialidad” de la obra radica en cómo Beethoven refleja la evolución del amor, del amor de pareja correspondido y no correspondido; del amor que integra a toda la humanidad, a los que hacen el bien y a los que hacen el mal:
“El texto de Schiller, si lo revisamos, pues ya tiene una, una dimensión universal hacia lo que es el ser humano, hacia lo que es la humanidad… Beethoven, yo creo, que al final deja deja eso de sentirse atormentado y se vuelve un ente universal, un ente amoroso, un ente completo.”
No dejo de pensar que Beethoven, Schiller y Mozart en la Novena Sinfonía nos dejaron una sugerencia para ser felices:
Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!
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