Elecciones 2024
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Desde la plaza principal de la zona arqueológica de Palenque, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió su felicitación a la sociedad mexicana para el año que ayer comenzó. Según lo dicho por el primer Mandatario, el 2019 no fue un mal año “tenemos que decir que avanzamos, inició la transformación de la vida pública de nuestro país. Puedo asegurar que se acabó con la corrupción, sobre todo arriba, estamos limpiando de corrupción al gobierno como se limpian las escaleras de arriba para abajo”. (Año Nuevo, frase nueva). “No hay impunidad; la economía se mantuvo estable; se fortaleció el peso; no hay inflación; aumentaron los salarios mínimos, como no había sucedido en 40 años. Hay bienestar en nuestro pueblo. Sobre todo hay desarrollo, no sólo crecimiento económico. ¿Cuál es la diferencia entre crecimiento y desarrollo? El crecimiento es que haya dinero; el desarrollo es que haya dinero y que se distribuya con justicia el ingreso, que se distribuya con justicia la riqueza. Eso fue lo que sucedió este año”. (De momento aquí le paro no sea que las lectoras y los lectores me califiquen de “chairotero”. Neologismo de mi creación que califica al comunicador que recibe dinero para expresarse muy bien de la CuartaT y de su creador).

Pero no todo el mensaje fue un elogio para su administración como lo hasta aquí transcrito. También hubo una eufemística autocrítica: “Hay que decirlo y reconocerlo para aplicarnos más. Tenemos problemas pendientes, tenemos asignaturas pendientes, como es el caso de la inseguridad y la violencia, pero tengo mucha confianza en que vamos a ir apaciguando, vamos a ir serenando a nuestro país, porque no se permite la corrupción, porque se están atendiendo las causas que originaron la inseguridad y la violencia en México”.

Nótese que de nueva cuenta manifestó la prohibición de la corrupción como la cura de todos los males —¿cuántas veces lo habrá dicho en sus 13 meses de gobierno? Una cosa es decirlo y otra es que realmente se haya terminado con este ancestral mal que ha trasminado nuestra vida política y social hasta invadir nuestro ADN idiosincrático. A saber la de transas que en este mismo momento se estén realizando a lo largo y ancho del país. Imposible exterminar la corrupción por decreto presidencial y menos en un año. Me conformo con que durante su sexenio desarticule los mecanismos que la hacen posible.

El tabasqueño reconoce —levemente— el problema de la inseguridad y la violencia. Creo que mientras este tema sólo lo toque de pasadita sin hacer énfasis en la gravedad que significa, nada se va a avanzar. El año 2019 fue el más sangriento de la historia reciente del país. De enero a noviembre se reportaron 31 mil 688 homicidios dolosos. Cierto que el país ya traía una inercia de violencia sangrienta en los últimos 12 años pero la política de “abrazos no balazos” resultó patética por lo ingenua e inoperante.

Se necesita que el gobierno implemente una estrategia profesional —que no asoma por ningún lado— para acabar con las muchas facetas del crimen organizado que ya son estructurales. Es necesario acabar con la impunidad y encerrar a los políticos y funcionarios corruptos sin cuya ayuda no existirían los cárteles de las drogas. ¿Quién vigila al vigilante?

Hago mías las palabras del poeta y activista Javier Sicilia: “Creemos que si el Presidente se abre, escucha, trabaja con todos y llama a la unidad, es posible enderezar el camino (en seguridad) de lo contrario el infierno que se va a desatar será mucho más hondo y profundo del que se está viviendo”.

Definición
Vejez: Cuando en la noche de Año Nuevo en lugar de tomarte una copa de champagne te tomas la presión arterial.

Amables lectores, necesito reposo. Regreso el martes 21 de enero.