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La organización civil Campaña Emblema de Prensa dio a conocer el número de periodistas asesinados en el 2025

Es bien sabido que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta.

Quienes hoy en el gobierno se envuelven en la bandera nacional y se lanzan al vacío festinando la condena de culpabilidad de Genaro García Luna, bien harían en tener presente que nada es para siempre. Que hoy tienen la fortuna de pontificar desde el poder, de mirar la paja en el ojo ajeno sin darse cuenta de la viga en el propio.

Quienes ya tenemos tiempo en este oficio, sabemos que el estrellato es efímero, que la gloria dura lo que el clímax y que finalmente al que obra mal se le pudre el tamal, como diría el clásico popular. Tarde o temprano.

Qué bueno que se castigue la riqueza mal habida, nos insulta y nos hiere a todos, pero así como hay responsables de no perseguirla y castigarla, por comisión o por omisión, también los hay por ingenuidad o por pendejez.

Muy frecuentemente escuchamos la fábula del Rey desnudo (en realidad, El Traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen, 1837) utilizada para acomodarla a las necesidades del momento.

Cuenta esa historia que un rey a quien no gustaba que se le contradijera, lo embaucaron unos pillos haciéndole creer que le habían confeccionado el mejor traje que jamás se hubiera hecho, cuando en realidad iba desnudo. Y nadie le decía nada para no provocar su ira.

Un día sí y el otro también insisten que ellos son distintos a los de antes. En efecto así es. Son peores porque dijeron que no serían iguales.

Casi estoy seguro de que quien enarbola la bandera de la honestidad, en efecto la practica. A su manera, pero lo hace. No tengo la misma convicción de algunos que lo rodean y en quienes confía.

Solo bastaría que tuviera la voluntad de investigar las versiones que todos escuchamos sobre la gandallez y el cinismo de algunos, aún de aquellos que nunca deberían olvidar los preceptos de honor y lealtad.

El juicio de Brooklyn se quedó corto, se limitó al caído en desgracia. No se ocupó de quienes tenían autoridad y poder al momento de los ilícitos denunciados. Lo mismo de México que de Estados Unidos.

Los americanos son buenos para juzgar a los demás, pero no señalan a sus propios maleantes ni a sus autoridades corruptas. ¿Por qué nunca hablan de sus “Chapos” de sus “Mayos”, de sus “Caros Quinteros”, que revenden las drogas allá y envenenan y matan a sus conciudadanos?

¿Y sus agentes y policías que se volvieron criminales, tentados por el dinero? ¿Y las agencias como la DEA y la CIA? ¿O acaso nos creen tan imbéciles?

El sistema estadounidense no se quiso poner a sí mismo en el banquillo de los acusados. Es obvio que García Luna no habría actuado solo.

Comparto la visión de quienes han dicho que no solo se enjuició a un individuo sino también a las instituciones, al gobierno y al Estado que representaba.

Por esto, no sobrar insistir en que el buen juez por su casa comienza, los estadounidenses debieron predicar con el ejemplo. En todo caso fue un triunfo político para el presidente López Obrador, que le va a redituar electoralmente.

Ojalá que él y su gobierno no estén nunca del otro lado de la barandilla. Por si acaso, no sobraría que se cerciorara de que el polvo y la suciedad que él cree que ha barrido de arriba hacia abajo no se la han escondido debajo de sus propios tapetes.

Patriotas y traidores
El senador Monreal no ha decidido bajarse de la presidencial. Busca reconciliarse en Palacio y volver a desayunar ahí tamales de chipilín. Medirá sus fuerzas. Si no le alcanza, irá por el gobierno de la capital. Sería un problema menos para la doctora, que aceptó mediar (no le quedaba de otra).

No es la primera vez que La Legión queda en entredicho. Su “descuido” para doctorar a la hoy ministra es imperdonable. Pero ella insistirá en seguir. Y para los intereses de Palacio será un voto seguro para el Plan B.