Elecciones 2024
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La ceremonia del Grito de Independencia, del miércoles pasado, fue desangelada. El pueblo de México fue nuevamente el gran ausente en la Plaza de la Constitución.

Por las restricciones sanitarias, tuvo que conformarse con escuchar y celebrar a distancia.

No se permitió el paso al Zócalo capitalino. Solamente la nomenklatura de la 4T y sus invitados pudieron entrar a nuestro Centro Histórico. La mayoría lo siguió por televisión y redes.

La transmisión fue fatal. Sin un planteamiento inteligente, con recursos de producción desaprovechados y sin una explicación suficiente para comprensión y beneficio de la audiencia que no tuvo la libertad de elegir pues, como en el PRIato y el PANato, hubo Cadena Nacional.

El solitario del Balcón Presidencial modificó la arenga, como lo hicieron sus predecesores, a su gusto y conveniencia. Con el paso del tiempo, esos cambios resultan efímeros, intrascendentes, coyunturales y que pocos recuerdan.

La temática histórica del video que se transmitió en la Cadena, previo al Grito y del espectáculo posterior, fue un acto de propaganda vil.

Su contenido fue sesgado y antihispano, (“Los españoles dejaron una herencia de exterminio y muerte, enfermedades como la peste, la viruela, los piojos, el sarampión y otras calamidades”, ¿fue lo único que nos heredaron?) que confunde y debió provocar aflicción a Quirino Ordaz, propuesto como nuevo embajador de México en España y que ahora tendrá que lidiar con esas incómodas cartas credenciales.

Al día siguiente, el desfile de nuestras fuerzas armadas fue espectacular, magnífico, impecable, como siempre. Soldados y marinos son orgullo de México.