El PRI —al paso del tiempo— ya no es lo que era. Cárdenas Solórzano encabezó a la corriente que quiso democratizar al partido, primero y después al sistema político
Justo hace 35 años, Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones más cuestionadas de la historia contemporánea. De la caída del sistema y el liberalismo social propuesto por el último presidente priista del siglo XX muy poco se recuerda.
El PRI —al paso del tiempo— ya no es lo que era. Cárdenas Solórzano encabezó a la corriente que quiso democratizar al partido, primero y después al sistema político. El reciente cisma al interior del priismo, tras de la renuncia de Claudia Ruiz Massieu, Miguel Ángel Osorio Chong y Eruviel Ávila Villegas, apenas si tuvo un “impacto moderado”.
La primera fase de las “renuncias masivas” que intentaban minar el liderazgo de Alejandro Moreno Cárdenas no tuvo los resultados originalmente proyectados. La lista fue más corta, a pesar de las llamadas —unas, desesperadas, otras ceñudas— de los jefes de esta, la facción más débil del peñismo.
La gira de los senadores por el interior de la República —la segunda fase del plan de los desertores priistas— está a revisión. Coahuila y Durango quedaron fuera por la reacción de los líderes locales.
El gobernador duranguense, Esteban Villegas, criticó al grupo encabezado por Osorio Chong por su falta de disposición para hacer una autocrítica sobre errores políticos que llevaron a descalabro, cuando el senador era secretario de Gobernación, y al desastre del 2018, cuando perdieron la presidencia de la República.
La disputa por las candidaturas del 2024 también gravitó en esta ruptura. Los cuatro senadores, ahora independientes, están ciertos de que la dirigencia encabezada por Alito Moreno no permitiría que optaran por la reelección ante su “desconexión” con las bases partidistas, como denunció el senador Manuel Añorve.
Como tercer factor —y quizá el más relevante— estuvo la reticencia de los renunciantes para definirse en torno al Frente Amplio por México. “Cuando ya se enfilan baterías para la elección del 2024, es necesario definir: o se está de un lado o de otro, con la oposición o con Morena”, resumió Rubén Moreira Valdés, coordinador de la bancada tricolor en San Lázaro.
Por lo pronto, Osorio Chong dio un paso lateral. Claudia Ruiz Massieu anticipó que los cuatro senadores que dejaron al PRI constituirán un grupo parlamentario.
¿Alusiones personales? Eruviel Ávila finalmente decidió concluir con 30 años de militancia priista. Hace una década amagó con hacerlo y obtuvo la candidatura al Estado de México, que quitó Enrique Peña Nieto a su primo, Alfredo del Mazo.
Esta vez, el ahora senador independiente anticipó la persecución que enfrentarán él y sus allegados, tras del fracaso electoral de Alejandra del Moral. Y no es que se le hubiera marginado —de hecho, su operador electoral, Erasto Martínez, estuvo en el war room de la abanderada aliancista— sino que hay evidencia rotunda de sus contactos con Morena… a través del exrector de la UAEM, Efrén Rojas, y César Gómez Monge, exsecretario de Salud.
Para la dirigencia nacional priista, la embestida mediática de MC y las renuncias de los senadores obedecen a esa misma lógica. Las renuncias masivas —consideran— evitaron que fueran expulsados por traicionar los ideales partidistas.
¿Y el protagonista del siguiente escarceo será Alfredo del Mazo?
Efectos secundarios
OPORTUNISMO. Ante la traición —no consumada— de la cúpula panista, el dirigente del movimiento Viva México, Eduardo Verástegui, llamó a los militantes del blanquiazul a cambiar de camiseta y sumarse a su causa con un lenguaje peculiar, por decir lo menos: “El PAN ha muerto”, decretó el líder ultra derechista, “lo mataron al imponer a una candidata que representa lo opuesto a lo que ese partido ha defendido siempre. El arma que lo mató es modelo Xóchitl, calibre .666”. ¡Órale!