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Buena noticia, sin duda: 5 millones de mexicanos han salido de la pobreza en años de crecimiento nulo, en promedio.

La riqueza del país no creció, pero se distribuyó mejor. Señal clave: se puede redistribuir sin crecer, ajustando sólo los mecanismos de política económica y de política social pertinentes.

Tanto como el hecho, importa saber cómo se logró, si puede replicarse y, sobre todo, si puede ampliarse.

Porque esta mejoría sucede en el contexto de una hecatombe, medida también por Inegi y Coneval, en el sector de la salud.

Por lo que dicen los especialistas, entiendo que los 5 millones de mexicanos que salieron de la pobreza lo hicieron gracias a, y por la convergencia de, tres factores:

Los programas sociales del gobierno, que duplicaron la cantidad de dinero que se entrega en efectivo. El aumento del salario mínimo, y la mejora concurrente de los salarios en general. Las remesas de mexicanos que trabajan en Estados Unidos.

La pregunta es si esos factores pueden sostenerse en el tiempo y, sobre todo, repito, si pueden ampliarse. Es decir, si en su convergencia hemos encontrado un camino duradero para combatir la pobreza y la desigualdad en México.

Creo que no.

El costo de los programas sociales presiona ya las finanzas públicas, junto con el de las pensiones, deficitarias ya en este gobierno.

El Estado no podrá ampliar sus programas sociales y pagar sus pensiones si no tiene mayores ingresos. Está topado: o cobra más impuestos o se endeuda más.

La mejora de los salarios se antoja un factor más sólido, en el horizonte de una economía que empezó a crecer y que puede crecer mucho más, cachando la oportunidad del nearshoring.

Las remesas, digámoslo de una vez, son un enigma. No sabemos cuánto de ellas llegan realmente a los hogares y cuántas están asociadas a formas de lavado de dinero.

Hay dos reservas a las buenas nuevas:

La mejoría de la pobreza no incluye a la pobreza extrema, donde todo sigue igual.

La política de salud excluyó del sistema en estos años a 30 millones de mexicanos.

Hay menor pobreza, sí, pero  en el contexto de una drama de desprotección social.