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A propósito de mi columna “La tentación china”, publicada aquí (30/9/21), un buen y viejo amigo, Bernardo Ávalos, conocedor y consultor de cuestiones globales, me envió unos comentarios dignos de atención.

En la visión de Ávalos, un asunto clave de la contrarreforma eléctrica es que trae en la panza la estatización del litio, materia prima estratégica en la transición energética hacia el fin de las energías fósiles. México tiene en Bacadéhuachi, Sonora, el yacimiento de litio en roca más grande conocido.

Nacionalizar el litio podría ser para México tomar dominio gubernamental sobre una materia prima moderna sucesora del petróleo. Sería como pasar del “oro negro” del petróleo al “oro blanco” del litio, y darle a México una reserva mineral energética equivalente a la que trajeron los grandes pozos de petróleo de los 1980s y 2000.

En torno al litio, dice Bernardo Ávalos, crece la tentación mexicana de acercarse a China, de que yo hablé en esta columna, también la tentación China de expandirse en México, y la correlativa tentación estadunidense, en realidad una alerta, sobre la convergencia de China y de México.

La tentación China sobre México, dice Ávalos, es tener una inserción en el paso ferroviario del Istmo de Tehuantepec, consolidar su acceso al litio de Sonora, donde ya hay una planta china, y aprovechar el ambiente político amigable que pudiera haber para su despliegue en México.

La tentación de México con China, dice Ávalos, es “contar con un asidero alterno frente al gigante vecino, en el marco de los alineamientos latinoamericanos hacia la izquierda”. La tentación/alerta estadunidense con México es afianzar la relación tradicional (migrantes, drogas, violencia, estabilidad política, libre comercio), pero ahora con un ojo puesto en lo que China busca y puede conseguir aquí.

Todo, por supuesto, en el contexto de la puja global de Pekín y Washington, el avance de los intereses chinos en América Latina y el mensaje de que México está teniendo una relación más bien incómoda con Estados Unidos.

El soñado control del litio le daría al gobierno mexicano una puerta de entrada al juego de las commodities de la siguiente generación. Las tentaciones del litio.