Y aún así, con todas esas ventajas, lo que se les ocurre a los estrategas de Morena es lo más pequeño, lo más mezquino, lo más expresivo de su ánimo: demoler la casa de Xóchitl
La realidad es pródiga en símbolos. A menudo es exacta en símbolos. Que sus adversarios políticos hayan pensado en demoler la casa donde vive Xóchitl Gálvez, dice con exactitud lo que quieren: demolerla.
No derrotarla, demolerla.
La campaña levantada contra ella en las redes sociales de Morena rezuma un propósito gemelo de la demolición: el linchamiento moral.
Todo es política, nada de qué asombrarse, pero la política que baja del poder incluye la demolición y el linchamiento y se ejerce todos los días, en esos términos, contra la candidata del Frente Amplio.
Empieza a despegar ya también, en encuestas, la conocida política del arroz cocido que se enuncia de este modo: la ventaja de Morena es muy grande, este arroz ya se coció.
Empezamos a ver tremebundas encuestas que ponen por los cielos, con tremebundas cifras, a quien las paga.
Está bastante claro quién paga más. Y quién tendrá más dinero en la bolsa para pagar el año entrante. No hay más que echarle una mirada a la fiesta presupuestal que se ha regalado el gobierno para 2023 (mañana algo sobre eso).
El “humanismo” de Morena tiene los bolsillos llenos de dinero ilegal y lo gasta a manos llenas, como nos dejó ver su contienda pre presidencial.
Habrá mucho dinero y muchas ventajas en esa elección de Estado este año y el que viene.
Hablar de elección de Estado no es otra forma de decir que este arroz ya se coció. Elección de Estado no es aplastamiento de Estado.
Elección de Estado quiere decir sólo que hay una desigualdad sustantiva en la contienda. Que los errores no cuestan igual. Que los aciertos no cuentan igual. Que esta no es una pelea pareja.
Estamos analítica y moralmente obligados a decir esto. El análisis de lo que pasa debe empezar por ahí, y no olvidarlo en ningún momento.
La oposición tiene que ganarle a la candidata oficial y al aparato de Estado que la arropa. En una de esas, tendrá que ganarle también a parte de la oposición que jugará, con toda su independencia, a favor de Morena.
Y aún así, con todas esas ventajas, lo que se les ocurre a los estrategas de Morena es lo más pequeño, lo más mezquino, lo más expresivo de su ánimo: demoler la casa de Xóchitl.