Para el año de 2022, según el Coneval, había 3.8 millones más de pobres que en 2018 y 15.6 millones de mexicanos habían perdido el acceso a la salud
Quizá el elefante menos esperado que se pasea por la sala de Palacio es que el gobierno, cuyo lema es “Primero los pobres”, ha enriquecido, como pocos otros gobiernos, a los ricos.
No hay duda de que los recursos del presupuesto federal se han reconducido hacia programas sociales, en especial a adultos mayores, que han visto duplicarse y tienen la promesa de ver triplicado lo que les dan, a nombre del presidente López Obrador.
Una familia con dos adultos mayores, cuatro jóvenes con acceso a becas o al programa Jóvenes construyendo el futuro y algún otro, pueden acumular un ingreso familiar que no han tenido antes.
Pero todos esos programas, a lo largo de estos años, no han cumplido el propósito de reducir la pobreza.
Para el año de 2022, según el Coneval, había 3.8 millones más de pobres que en 2018 y 15.6 millones de mexicanos habían perdido el acceso a la salud.
La pobreza empeoró y los pobres quedaron más desprotegidos.
Muy distinta fue la cosa con los ricos. Según el informe de Oxfam, La desigualdad en México se acentúa, de 2023, la pandemia aceleró la concentración de la riqueza. Cito:
“Las fortunas de los superricos crecieron 117 veces más rápido que el resto de la economía. Y sin pagar ni un peso más (de impuestos) por estas ganancias extraordinarias. Por cada 100 pesos de riqueza creada entre 2019 y 2021, se fueron 21 pesos al 1% más rico y apenas 0.40 pesos al 50% más pobre.
“El 1% más rico de la población —apenas 1.2 millones de personas— concentra casi 47 de cada 100 pesos de riqueza en el país”.
En el índice del “capitalismo de cuates” de The Economist, los empresarios beneficiados por contratos públicos capturan en México el 9% de la riqueza producida. México pasó, en estos años, del lugar 7 al 5 en materia de “capitalismo de cuates”.
El gobierno actual que se guía por la consigna “Primero los pobres”, podría añadir sin mentir: “Y más primero los ricos”.
Las fuerzas mayoritarias del mercado están de plácemes. Las clientelas de los programas sociales, al parecer, también.
Como decía un amigo de otros tiempos: “izquierda y derecha unidas, jamás serán vencidas”.