El libro de Turati,San Fernando: la última parada, es en muchos momentos una pura incursión en el horror, esa realidad en expansión de lo que seguimos llamando sólo “crimen organizado”
Poco a poco, el horror rompe el silencio.
A fines de agosto, vimos en un video a cinco jóvenes de Lagos de Moreno, obligados a matarse entre sí por un grupo criminal. Pasaban, al parecer, una prueba de reclutamiento forzoso.
La semana pasada, supimos del secuestro de siete jóvenes, la mitad de ellos menores de edad, en el rancho El Potrerillo, de la comunidad zacatecana de Malpaso.
Aparecieron muertos seis y uno con media vida. Según una versión, habían sido secuestrados por un grupo armado que pedía un rescate. Según otra versión, eran narcomenudistas del Cártel Jalisco Nueva Generación, sorprendidos en el rancho por un comando rival del Cártel de Sinaloa.
Los medios acudieron a cubrir ambos casos y al hacerlo rompieron el silencio que pesa sobre esas zonas capturadas por el crimen, cuyo común denominador, en boca de las víctimas, es que ahí no hay autoridad, no hay gobierno, no hay ejército, ni policías, ni otro poder que el de “ellos”, los criminales.
La situación de Zacatecas ha sido descritacon lujo de rigor por Claudio Lomnitz en una serie de conferencias en El Colegio Nacional, “Zacatecas: la zona del silencio”, que tomó la forma luego de un ensayo publicado en Nexos (Junio, 2023).
La zona de Lagos de Moreno “lleva años convertida” dice la antropóloga Rossana Reguillo,“en un campo de exterminio”, lugar de una “violencia expresiva”, dice Reguillo, porque ya no busca un fin, sino exhibir las huellas de su poder total”(El País, 19/8/23).
Reguillo apunta un hecho clave: lanueva normalidad-criminalidad dezonas del país como Zacatecas y Lagos de Moreno,es que los criminales son dueños de la vidade la gente,y la gente está ahí bajo su “poder total”, como en una inmensa prisión al aire libre, que los presos no pueden denunciar y losexternosa ella no pueden ver.
Marcela Turati, ha rescatado del silencio la experiencia de San Fernando, Tamaulipas, que estuvo sujeto al “poder total” de los Zetas entre 2010 y 2012.
El libro de Turati,San Fernando: la última parada, es en muchos momentos una pura incursión en el horror, esa realidad en expansión de lo que seguimos llamando sólo “crimen organizado”.