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México será profético o catastrófico. La posición de su gobierno ante el coronavirus desafía el consenso mundial sobre la pandemia, a saber: que la situación es grave, progresiva, de alto riesgo y que debe atacarse con severas medidas preventivas.

Igual que México, los gobiernos de los países afectados por el coronavirus lo negaron en el primer brote, empezando con China, terminando con Estados Unidos.

Luego de su omisión inicial, China frenó la curva de contagio con medidas draconianas impensables para los países democráticos de Occidente.

Italia se vio obligada a una especie de cuarentena china suave. España camina hacia Italia. Angela Merkel, en las más claridosa de las advertencias vertidas en esta coyuntura, dijo a los alemanes que el virus podría infectar a 70 por ciento de la población de su país.

Luego de coquetear con la intrascendencia del virus, Donald Trump pasó al otro extremo, y canceló la comunicación aérea con Europa, salvo Irlanda y Gran Bretaña.

El discurso de Trump sobre la gravedad de la amenaza fue tan efectivo que, conforme hablaba, se desplomaron las bolsas del mundo.

Poco antes, la OMS declaró el coronavirus una pandemia y exhortó a la colaboración de todos los Estados para lograr el aislamiento.

En medio de esta convulsión, México ha sido el adalid de la serenidad. Se apresta, por lo pronto, fundamentalmente, a no hacer nada. Ni a cerrar fronteras, ni a suspender actividades públicas, ni concentraciones en estadios, o en conciertos, en oficinas o escuelas. Vaya, ni siquiera a sugerir que se dosifiquen los contactos, se interrumpan los abrazos, ni los mítines ni las selfies con el Presidente.

México actuará, dice la autoridad, cuando, técnicamente, su propagación llegue al estadio de la “transmisión comunitaria”. Es decir, cuando ya no puedan identificarse los transmisores individuales y sean claros los grupos de población y los espacios físicos donde la pandemia se hizo realidad.

El mensaje subyacente es múltiple: la pandemia no es grave, poco puede hacerse hoy con medidas drásticas, el gobierno está en control de lo que sucede y podrá controlar lo que viene.

México será profético o catastrófico. Su gobierno ha decidido quedarse a solas con el virus.