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Una de las guerras más sangrientas que vivió México, décadas después de su independencia, fue la Guerra de Reforma también conocida como la de los Tres Años.

Este conflicto militar inició en 1858 y terminó con la aplastante derrota de los conservadores dirigidos por Miguel Miramón en la batalla de Calpulalpan el 22 de diciembre de 1860.

Uno de los episodios más vergonzosos de esta guerra fue el fusilamiento de 53 hombres en el poblado de Tacubaya el 11 de abril de 1859.

Esa misma jornada por la mañana concluyó una batalla entre un ejército conservador dirigido por Leonardo Márquez y el ejército liberal comandado por “el héroe de las derrotas”, Santos Degollado.

Este último, cuyo nombre completo fue José Nemesio Francisco Degollado Sánchez, vivió una difícil niñez ya que a los 6 años ya era huérfano de padre y madre. Debido a esta situación se mudó a la población de Quiroga, en el estado de Michoacán, donde trabajo en la haceduría y escribanía del templo local.

Este curioso personaje ganó su apodo de “héroe de las derrotas” debido a su impresionante capacidad de formar y armar ejércitos después de haber sido derrotado en múltiples ocasiones, siendo uno de los más importantes generales del partido liberal en el occidente de México, el que sería su principal  centro de operaciones.

1859, la Guerra de Reforma y los Mártires de Tacubaya - 1

El 10 y 11 de abril, el destino le depararía a “Santitos” otra derrota frente a uno de los generales más importantes de la reacción, del bando conservador: Leonardo Márquez. Contrario a su oponente liberal, Leonardo para 1859 ya era un experimentado militar que había participado en la defensa del territorio nacional durante la invasión norteamericana de 1846 a 1848, destacándose en la batalla de la Angostura o Buenavista en la cual capturó varias posiciones dando evidentes muestras de valor.

Apoyó al dictador Antonio López de Santa Anna en diversas ocasiones. Sin duda, se trataba de un militar con amplia experiencia, que mostraba firmeza de mando en las situaciones más complicadas, así como sangre fría.

Era capaz de cometer grandes atrocidades contra militares e incluso contra civiles  con tal de cumplir sus objetivos, engrandecer su nombre y conseguir la victoria del bando conservador.

Su violencia y pocos escrúpulos se harían patentes después de la victoria que conseguiría en la población de Tacubaya, la cual le costó entre 800 y 1000 hombres al bando liberal, entre heridos y fallecidos.

En realidad el ejército de Degollado buscó  darle “un respiro”, y tiempo a Juárez quien se encontraba en el puerto fortificado de Veracruz, llamando la atención de las columnas conservadores al acercarse peligrosamente a la Ciudad de México, y sin duda siendo un factor importante para que Miramón rompiera el sitio a la ciudad portuaria el 30 de marzo del mismo año, el mismo que había iniciado a partir del 6 de marzo.

Otro factor de peso para levantar el sitio fue que la marina norteamericana capturó a dos buques que fueron comprados por el partido conservador para bloquear al puerto por el mar, por lo que las aspiraciones conservadores no se concretaron; no pudieron capturar al adalid liberal y presidente legítimo de México: Benito Juárez.

1859, la Guerra de Reforma y los Mártires de Tacubaya - jose
José Nemesio Francisco Degollado Sánchez

Miguel Miramón el presidente interino conservador, conocido entre sus militares como “el joven Macabeo” haciendo clara alusión a Judas, héroe hebreo que desafió al Imperio Seleucida buscando la libertad de su pueblo en el siglo II a.C., se dirigió a Tacubaya al enterarse de la victoria de uno de sus militares de confianza.

Se reunió con Leonardo Márquez y otros militares conservadores, entre los que se encontraba Tomás Mejía “El señor de la Sierra Gorda de Querétaro”, para conocer los detalles de la jornada y el plan a seguir en la persecución de los liberales.

Después de leer el parte militar, Miramón dio la orden de fusilar a todos los oficiales y jefes capturados durante el enfrentamiento, acción deleznable que empezó a ser regla al agudizarse la guerra de Reforma, generando un terrible odio entre ambos bandos lo cual desencadenaría asesinatos “personales” de militares y políticos como Melchor Ocampo, Leandro Valle y el propio Santos Degollado. De acuerdo a Zarco, Miramón fue el responsable de la muerte de los 53 hombres, militares, médicos, estudiantes y civiles, que fueron capturados durante la batalla u horas después.

La comunicación del presidente interno a Márquez fue la siguiente: “En la misma tarde de hoy, y bajo la más estrecha responsabilidad de V. E., mandará sean pasados por las armas todos los prisioneros de la clase de oficiales y jefes, dándome parte del número de los que les haya cabido esta suerte.-Dios y ley.- México, Abril 11 de 1859.”

1859, la Guerra de Reforma y los Mártires de Tacubaya - miguel
Miguel Miramón por Jesús Corral. 1859

Durante su retirada, Degollado resolvió dejar una sección que resistiera el embate de los conservadores, los cuales combatieron hasta quedarse sin municiones, por lo que al rendirse en el candor de la batalla, fueron muertos por el fuego y las bayonetas de los conservadores.

Algunos de ellos, los menos, quedaron prisioneros. Los primeros en ser fusilados en deferencia a su grado militar fueron el general Marcial Lazcano, los coroneles José María Arteaga y Genaro Villagrán, seguidos de los capitanes Ignacio Sierra y José López. Lazcano, al ser llevado al jardín del arzobispado, fue insultado por la soldadesca que lo iba a fusilar ya que algunos de ellos habían sido sus subalternos en el pasado y el general les había corregido indisciplinas y faltas. Lazcano al ver este deplorable comportamiento exclamó: “Hay cobardía y bajeza en insultar a un muerto”.

Su última acción fue tomar un vaso de agua y exclamar: “No soy traidor, sólo por mi familia siento la muerte; por lo demás me resigno a mi destino”.

Los cuatro fueron fusilados por la espalda. Siguieron los doctores Gabriel Rivero, Manuel Sánchez, Ildefonso Portugal, Juan Duval y Alberto Abad, quienes tomaron la decisión de quedarse atendiendo a los militares heridos, a pesar de las consecuencias.

Antes de ser fusilados, los doctores escucharon los tiros de los fusilamientos, sin embargo eso no los distrajo de sus labores, vendando, suturando, deteniendo hemorragias.

De acuerdo al escritor Juan A. Mateos: “hubo quien dijera a Manuel Sánchez que huyera, y él mostrando un instrumento quirúrgico que tenía en la mano y el enfermo a quien operaba dijo: “No puedo abandonarlo”.

También fusilaron a los jóvenes estudiantes de medicina Díaz Covarrubias (19 años) y  José M. Sánchez (18 años) que habían acudido al campo de batalla días antes a socorrer a los militares heridos, no importando el bando en el cual combatieron.

Muchos otros fueron pasados por las armas, entre ellos el licenciado Jáuregui, quien se encontraba descansado en su casa de Mixcoac hasta que fue detenido por un grupo de soldados conservadores y llevado a Tacubaya a ser asesinado por tener ideas liberales. Incluso dos niños de origen norteamericano, de apellido Smith, fueron detenidos al andar de curiosos cerca del Palacio del Arzobispo de Tacubaya. Tenían 15 y 17 años.

Al concluir los 53 fusilamientos, los cuerpo fueron cargados en carretas y arrojados a una barranca de las cercanías. Sin duda Leonardo Márquez, quien a partir de estos terribles sucesos fue apodado “el Tigre de Tacubaya, se extralimitó al obedecer las órdenes expedidas por Miramón la noche del 11 de abril de 1859, incluyendo en la lista de ejecutados, estudiantes de medicina, doctores, civiles e incluso jovencitos que esperaban el desenlace de la batalla para seguir su camino a la capital. Sin duda uno de los episodios más salvajes de la historia de México.

1859, la Guerra de Reforma y los Mártires de Tacubaya - tigre
El Tigre de Tacubaya: Leonardo Márquez.

Enrique Ortiz García

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