En las entrañas de una hemeroteca se mantienen intactas las noticias de los niños de España enviados por sus padres durante la Guerra Civil
Antiguos periódicos amarillentos celosamente compilados y negativos fotográficos resguardados en bodegas especiales, son los vestigios del exilio español en el puerto de Veracruz, un lugar trascendental en la historia conjunta de España y México.
Poco cambia en 85 años. Si uno consulta la prensa en México este día, 7 de junio, encontrará poco interés en un hecho que cambió la vida de más de 400 niños españoles exiliados por la guerra.
Ese día, pero de 1937, 456 niños españoles llegaron a Veracruz enviados por sus padres durante la Guerra Civil Española, a los que el presidente Lázaro Cárdenas les nombró “hijos adoptivos” del país.
Tanto en 1937 como ahora, apenas unas notas perdidas sobre los que fueron llamados “los niños de Morelia”. La atención puesta en una, que más que festiva y patriótica, abruma con su demoledora dosis de realidad en El Dictamen, periódico porteño declarado el Decano de la Prensa Nacional.
Es lo que decíamos en esta sección cuando se anunció el viaje de los españolitos. ¿Cómo los vamos a atender convenientemente, si no sabemos atender convenientemente a los niños?”, decía una de las notas.
Patrimonio intacto
Frente a las costas del Golfo de México, donde hace más de 500 años arribó Hernán Cortés, en las entrañas de la histórica hemeroteca del diario se mantienen intactas las escasas noticias de los niños españoles enviados por sus padres durante la Guerra Civil.
En un hecho -afirman los historiadores- que fue más un impulso oficial con poca repercusión social, donde el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas del Río promovió la “adopción” de estos huérfanos españoles que perdieron todo con la Guerra Civil Española.
Una iniciativa gubernamental que recogió la admiración de otras naciones pero de la que al interior del país se hizo poco eco, incomprendida en muchos casos por el contexto de la época.
“Se sugiere a la beneficencia privada se haga cargo de los 500 huérfanos que vienen de España”, decía un pequeño titular publicado en El Dictamen en marzo de 1937, que daba cuenta de los preparativos por el arribo de los menores, quienes finalmente tocaron puerto un 7 de junio.
La Comisión Permanente del Congreso de la Unión por iniciativa del senador Mora Tovar, decía el texto, acordó sugerir al Presidente de la República que los 500 niños españoles huérfanos que vendrán a México queden a cargo exclusivo del Estado “hasta que se les abra provenir”.
“Los niños españoles y los niños mexicanos indigentes”, decía otro cabezal de una pequeña nota informativa, que relataba la decisión de senadores mexicanos, en sesión secreta, de una “cooperación” para “el sostenimiento de los huérfanos españoles”.
“Se dijo después de la sesión a los periodistas que el Senado no quiere cometer ninguna desconsideración con los niños mexicanos que se encuentran en la indigencia y por eso este asunto no se quiere tratar ligeramente, sino con cuidado y detenido estudio”, rezaba el cuerpo del texto.
En contrario, se daba a conocer que en el buque de vapor Mexique habían llegado 22 polacos y tres checos “que trajeron sus papeles en regla” y que eran familiares de mexicanos; así como el desembarco de un aviador español con documentación oficial.
Escasas noticias
Para el analista de la oficina de archivo gráfico del Archivo General del Estado, Jesús Domínguez Luz, son escasas las noticias y material gráfico de “Los niños de Morelia” porque en 1937 había poca efervescencia por el exilio español e incluso -dice- los relatos de la época señalaban que la población creía que los españoles llegarían a invadir México nuevamente.
“Uno de los eventos más importantes fue en 1939, con la llegada de españoles, había mucha adhesión y encono por desconocimiento, circuló demasiado que venía un grupo de españoles a conquistarnos”.
Por el contrario en 1937, afirma, el caso de los niños de España tuvo poca expectativa, porque era algo muy específico y fue hasta 1939 cuando la algarabía y entusiasmo se desató.
Y es en el Archivo General del Estado donde se resguardan negativos de al menos cinco imágenes de los buques Sinaí y Mexique, tomadas por el fotorreportero de la época Joaquín Santamaría, con las oleadas de refugiados españoles.
Docenas de hombres y mujeres, hacinados en el interior del buque, con el puño en alto, es una de las imágenes emblemáticas del acervo de Santamaría, una de las joyas de los 87 fondos fotográficos que son resguardados en un cuarto hermético, libre de oxígeno y, por ende, de bacterias.
Otra de las fotografías emblemáticas es el barco Sinaí, con sendas pancartas con las leyendas: “Negrín tenía razón” y “Viva México, Viva España, Viva Cárdenas, Viva Negrín”.
Con información de EFE