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Seguridad del presidente, asunto de Estado

Le fue bien porque no le fue mal.
Florestán.

El presidente López Obrador vivió en Washington una experiencia nueva: la seguridad de un jefe de Estado, que siempre ha rechazado, pero allí no le preguntaron. La Casa Blanca simplemente aplicó el protocolo que sigue para todos los mandatarios en visita oficial.

Desde que salió de la puerta del avión en la escala de Atlanta, fue recibido por los corpulentos agentes de lentes oscuros y el saco siempre abierto por si tienen que echar mano de la escuadra de la cintura, que lo escoltaron en todo el trayecto a Washington.

Al llegar al aeropuerto Dulles fue rodeado por elementos del Servicio Secreto, SS, que lo condujeron a una camioneta negra y blindada que lo llevó entre sirenas y en medio de un convoy hasta la residencia de la embajadora Bárcena, donde durmió.

No le preguntaron dónde se sentaba, a él le gusta ir adelante, solo le abrieron la puerta trasera y allí subió acompañado del jefe de su ayudantía, Daniel Asaf y así llegó a la residencia que quedó custodiada por el SS y la policía de Washington.

Por la mañana, el operativo se extendió pues iba a dos lugares descubiertos, los monumentos a Lincoln y a Juárez. Todo lo demás fue en espacios controlados, la Casa Blanca, no se diga y la residencia diplomática.

Los agentes lo custodiaron en todos sus desplazamientos y en el vuelo a México con escala en Miami.

Esto lo recojo para ver si después de eso y del atentado a Omar García Harfuch, recapacita y acepta tener un esquema que proteja al presidente de la República, en aras de su seguridad personal, la de su familia y la estabilidad del país.

Solo le aporto un dato: su protocolo de seguridad no habría resistido un atentado como ese.

Y Andrés Manuel López Obrador no tiene derecho a poner en riesgo la vida del presidente de la República, insisto, ni la estabilidad del país, seguridad que no tiene nada que ver con la democracia ni con la austeridad republicana.

Es un asunto de Estado.

RETALES

1. DATOS.- Hablando de eso, el blindaje de García Harfuch fue penetrado por al menos cien balas. A su jefe de ayudantes le dieron 38 tiros, al conductor otros tantos, y el secretario de seguridad tres, no lo mataron de milagro, además de herir a tres de sus escoltas;

2. RECORTE.- Al Inmicine, que dirige María Novaro, le recortaron 75 por ciento del presupuesto y cancelaron las computadoras. Ya saben quién les diría. Pero si Chaplin dirigió Tiempos modernos sin lap top; y

3. CIFRAS.- Hugo López-Gatell me había dicho el lunes que seguían dando las cifras de muertos y casos, pero ya confirmé que ya eliminaron las cifras de la conferencia nocturna. Anoche el doctor Alomía Zegarra aseguró que la tendencia de contagios era descendente, cuando fue la mayor de la pandemia, siete mil 280 casos, para llegar a 282 mil 283, y la de muertes 730 y sumar 33 mil 526, que nunca dijo.

Nos vemos el martes, pero en privado.