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Se terminó la paz navideña
Foto de Ana Paula Cámara

Habían llegado los insumos que hacían falta, hasta unos portagafetes simulando la cinta amarilla de resguardo de escena de crimen nos mandó la marca que surte ese material.

Los polvos volcánicos y magnéticos para el levantamiento de huellas dactilares venían en colores fluorescentes, muy diferente al tono grafito habitual. Los guantes de nitrilo llegaron solo en negro con talco y sin talco en todas las medidas, lo cual alivió nuestro bolsillo, las bolsas de cadáver traían ahora una zona opaca para escribir los números de identificación.

En verdad era Navidad en el laboratorio forense; tal cual se había solicitado, había llegado.

En un momento de calma chicha me dispuse a ordenar los insumos en la camioneta, no debe faltar nada, el radisonato de sodio estaba por agotarse, y en la ciudad de las bajas pasiones, las escenas de crimen donde hay involucradas armas de fuego son mayoría.

También la papelería había llegado, nos enviaron sobres de papel para las evidencias de carácter biológico y plásticas para el resto.

El Matra había sonado y debíamos acudir a una escena de crimen en un fraccionamiento cercano al laboratorio.

Se reportaba un masculino asesinado con arma cortopunzopenetrante en repetidas ocasiones en la zona ventral en el interior de un homicidio, lo que implica que habría mucho hemático esparcido en la escena, se tendría que ingresar con mucho cuidado para no resbalar y ser minuciosos a la hora de embalar las evidencias.

El trayecto fue relativamente corto, dos minutos a lo máximo, y eso por una esquina de cuatro altos.

Al arribar a la escena de crimen, los agentes ministeriales se estaban llevando detenida a una mujer, quien iba con la ropa desgarrada y manchada de hemático, nosotros solo preguntamos si ya podíamos entrar, la respuesta fue “sí” y lo hicimos.

Cruzamos la reja del domicilio, había un perro grande que no dejaba de ladrar; estaba atado del cuello con una cadena a un aro incrustado en la pared. No tenía agua o comida a la vista, las luces navideñas exteriores seguían encendidas.

Iniciamos la recolección de evidencias, empezamos con cuatro huellas hemáticas en el canto de la puerta principal, un florero grande estaba quebrado en el pasillo de ingreso, los sillones estaban en una posición poco habitual, alguien los aventó, los artículos de la cocina estaba esparcidos por el suelo; ahí había habido una riña, eso era lo único concreto hasta el momento.

Al ingresar al sanitario, la cortina de la regadera estaba tirada, el agua caía y estaba el cuerpo de un masculino de 30-35 años que vestía pantalón de trabajo en tono gris, zapatos de seguridad y una playera de color claro.

Estaba en en el lavabo, a simple vista se le apreciaban 9 heridas producidas por un objeto cortopunzopenetrante de aproximadamente 2 centímetros en el piso entre el sanitario y el pasillo.

Procedimos a embalar todas las evidencias recabadas, incluyendo un cuchillo con un hoja de 20 centímetros de largo y 2 centímetros de ancho, así como el traslado del cuerpo al laboratorio para su posterior autopsia. La esposa, quien estaba detenida cuando llegamos, lo había hecho.

El médico legista debía determinar si había heridas de defensa en alguno de los dos, si ella atacó para defender su vida o simplemente decidió quitarle la vida a su esposo.

Nosotros terminamos nuestro trabajo, el cual no incluye emitir juicios, pero sí reponer todos los insumos que se habían terminado, lo cual continué haciendo al llegar al laboratorio. Nos faltaban testigos métricos.