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¿Por qué se separa un Congreso en dos Cámaras?
Foto de Archivo

Una crítica que se suele hacer especialmente en México es la existencia de un Poder Legislativo separado en dos entes, o Cámaras, identificadas como Alta, que en el caso mexicano corresponde al Senado de la República, y la Cámara Baja, que vienen a ser la de Diputados.

Este sistema ha existido desde tiempos tan remotos como el imperio romano, y tiene una lógica y un motivo importante de existir.

En el periodo romano, el Senado, en teoría gobernante del imperio, se encontraba separado entre los patricios, familias nobles que se remontaban en algunos casos a la fundación de la ciudad, y los plebeyos, el grueso de los ciudadanos de Roma.

En ese sentido, los patricios, la rama privilegiada, solían velar por los intereses y costumbres de la clase alta, así como del grupo gobernante, mientras que los plebeyos vigilarían los intereses de la población. Sería un sistema parecido, guardando las debidas proporciones, a la división del Parlamento británico, dividido en la Cámara de los Lores, hereditaria y para la nobleza, y la Cámara de los Comunes, abierta el resto de la población.

México, pese a haber abolido la nobleza, eligió este sistema basándose en el Congreso de Estados Unidos. Los diputados mexicanos, el equivalente a los representantes en el país vecino, son elegidos entre la población, y tienen como finalidad promover los intereses de la zona en la que viven y por la que fueron elegidos.

Mientras tanto, los senadores son elegidos por la entidad federativa, y tienen como primer fin no el interés ciudadano, sino el del estado al que representan, que posee su propia agenda regional y cierto nivel de autonomía dentro de la federación.

Además, mientras que el número de diputados de cada estado varía por su población, todos tienen el mismo número de senadores, con lo cual se evita que los intereses de los más grandes prevalezcan sobre los más pequeños.

De ahí viene la importancia de la división del Congreso pues permite nivelar las fuerzas entre las distintas regiones que componen un país, al mismo tiempo que posibilita un debate más profundo de la agenda legislativa, y posiblemente la creación de mejores leyes que permitan la relación armónica de los ciudadanos.

Por Juan Castro