No se puede separar de estos hechos que el obispo emérito logró, con otros sacerdotes, la tregua entre los grupos criminales de Los Ardillos y Los Tlacos
En un juicio, la certeza moral es lo más cercano a una corazonada.
Florestán.
La noticia de la desaparición, el sábado al salir de su casa en Jiutepec, Morelos, del obispo emérito de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, en Guerrero, Salvador Rangel Mendoza, confirmada por la Conferencia del Episcopado Mexicano, CEM, me llevó, por un momento, al asesinato del arzobispo de Guadalajara, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el lunes 24 de mayo de 1993, en el estacionamiento del aeropuerto de aquella ciudad, cuando esperaba el arribo del entonces nuncio Girolamo Prigione. Fue muerto a tiros, según se informó, por el cártel de los Arellano Félix que lo confundió, dijeron entonces, con Joaquín Guzmán Loera, álias El Chapo Guzmán, hoy preso en un penal federal de máxima de seguridad en Estados Unidos.
Aquel crimen, que fue el único de un príncipe de la Iglesia, en el siglo 20, fue la señal con la que los cárteles de la droga irrumpieron en la vida pública y se dio a menos de tres meses de la primera visita de Estado de un papa a México, Juan Pablo II a Mérida, el 13 de agosto, que estuvo a punto de cancelarse de no ser por la habilidad de Carlos Salinas, era la culminación de su restablecimiento de relaciones con El Vaticano, y del interés del mismo papa Wojtyla.
Eso lo desarrollaré otro día.
Hoy quiero recuperar el caso del este obispo emérito que, afortunadamente, por la tarde, fue localizado con vida en un hospital de Cuernavaca, luego de que los obispos pidieran a sus captores que le proporcionaran medicinas por su delicado estado de salud, lo que fue confirmado por la misma CEM vía don Ramón Castro Castro, obispo de aquella ciudad, quien garantizó que en cuanto se tuviera más información sobre su estado de salud y las circunstancias de su localización, se darán a conocer.
El jueves 22 de febrero hablé con él y advertía que les soltaron las manos a los narcotraficantes, refiriéndose al gobierno, y que estaba bajo amenazas.
No se puede separar de estos hechos que el obispo emérito logró, con otros sacerdotes, la tregua entre los grupos criminales de Los Ardillos y Los Tlacos.
Por fortuna para todos, el obispo está a salvo.
Falta explicar, a detalle, qué le sucedió.
RETALES
1. ADIOS.- Se acabó este período legislativo y, de hecho, esta legislatura, y dejaron para mejores tiempos las 18 iniciativas de reformas constitucionales que López Orador anunció el 5 de febrero, lo que confirma sus motivos electorales;
2. LLAMADA.- Con pinzas llevó López Obrador la llamada telefónica con Joe Biden, el domingo por la tarde, No le dijo nada de lo que en las mañaneras dice de su gobierno; y
3. ABRAZOS.- La semana pasada fue la más sangrienta del año con 601 homicidios, el fin de semana 258, y solo el domingo 103, el peor día de 2024. El total en lo que va de su gobierno, 185 mil 602. Una marca sexenal nunca vista en el pasado.
Nos vemos mañana, pero en privado.