El huracán Otis arrasó también con las oficinas de la Secretaría de Salud federal, que se había trasladado al puerto de Acapulco
La limpieza de escombros en Acapulco, Guerrero, avanza lentamente en las zonas de Costa Azul y la Costera Miguel Alemán.
El huracán Otis, que impactó en este puerto la noche del 25 de octubre, arrasó también con las oficinas de la Secretaría de Salud federal, dependencia que había llegado a Guerrero como parte de la descentralización de oficias que implementó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En las oficinas de la dependencia, ubicadas en la Costera Miguel Alemán, también se encontraba el C5 del estado y ahora han desaparecido.
En la zona de Costa Azul, se apertura una gasolinera para abastecer combustible para sus vehículos. Esta gasolinera es resguardada por agentes de la Guardia Nacional para garantizar el orden.
El Ejército mexicano ha tomado el control de Acapulco y asume las labores de reparación y entrega de ayuda en esa zona de Guerrero, tras los saqueos y el descontrol generados tras el devastador paso del huracán Otis, que tocó tierra en los primeros minutos del miércoles como categoría 5, que ha dejado hasta el momento 39 muertos, 10 desaparecidos, decenas de heridos, miles de damnificados y cuantiosos daños materiales.
Las Fuerzas Armadas intentan poner orden y ofrecer agua y alimentos, a una población, inmersa en la desesperación, tristeza y rabia por la destrucción total o parcial de sus casas y centros de trabajo, hoteles, por la falta de insumos y por la lentitud con la que llega la ayuda.
Desde las primeras horas, los habitantes y turistas varados en el puerto sabían que se venían momentos difíciles debido a la falta de energía eléctrica y de servicios de telecomunicaciones, teléfono e internet, sumada a la de transporte, debido a la escasez de gasolina y los bloqueos en carreteras provocados por los deslaves.
Precisamente la desesperación por la falta de agua y alimentos, sumado a la falta de autoridades, provocó que comenzaran los saqueos y no solo en productos de primera necesidad sino hasta en aparatos electrónicos lo que convirtió a Acapulco, por unas horas, en tierra de nadie.
Con información de Quadratín y López-Dóriga Digital