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Guillermo Soberón lideró UNAM y Salud con perspectiva de mediano y largo aliento, expresa el Embajador De la Fuente

Juan Ramón de la Fuente, representante Permanente ante las Naciones Unidas, dijo que la pérdida del exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Guillermo Soberón Acevedo es muy sensible para el país porque fue un hombre realmente excepcional que a lo largo de su vida “hizo muchas cosas, la mayoría las hizo muy bien con un sentido generoso y solidario”.

Indicó que en la UNAM, Guillermo Soberón entró en una circunstancia difícil y sorteó el problema, lo encauzó y metió a la universidad en una productividad académica y de un desarrollo muy sólido, con aportaciones de gran trascendencia con las escuelas de estudios profesionales, que permitió una descentralización de estas en la zona metropolitana en la Ciudad de México.

“Tuve oportunidad de ocupar puestos que él había tenido años antes y pude constatar que el legado de Soberón seguía vigente, lo hizo con perspectiva de mediano y largo aliento, no buscando el beneficio inmediato. Eso ocurrió en la universidad, la secretaría de Salud, la Academia Nacional de Medicina y la Academia de Ciencias”, subrayó.

Dijo que era un hombre de ideas claras y convicciones, que entendía muy bien la vida colegiada, lo que le permitió reunirse de colaboradores talentosos, que enriquecieron sus proyectos.

“Impulsor decidido de la ciencia y la cultura. Con la sala Nezahualcóyotl dejo un legado cultural y el impulso que le dio a la ciencia. En la Secretaría de Salud tuvo logros muy importantes, inició un proceso de desconcentración administrativa que políticamente era muy difícil. Fue gran impulsor de cambios legislativos que permitieron que la salud adquiriera una jerarquía constitucional”, destacó.

Recordó que con Soberón estableció “una simbiosis muy productiva”.

“Le guardo un enorme aprecio, conmigo fue un hombre generoso, agradezco su consejo y su amistad con el tiempo y a pesar la diferencia de edades, con Guillermo Soberón hicimos una relación amistosa, por la relación que tuvo con mis padres a lo largo de muchos años”, dijo.

“Tuvimos oportunidad de conversar sobre las instituciones de salud y educación. Constaté que era un hombre sabio, no tenía el mayo asomo de arrogancia. Era una sabiduría cuya modestia le permitía compartí de forma valiosa en una interacción fácil y directa. El legado va a estar con nosotros por mucho tiempo, se va un gran universitario, un hombre que supo construir con su tiempo una autoridad moral que le permitió ganarse el respeto y el afecto de quienes lo conocimos”, concluyó.

Con información de López-Dóriga Digital