Un dispositivo implantado en el cerebro para tratar hidrocefalias carecía de autorización para emplearse en seres humanos
La Comisión Nacional de Arbitraje Médico mexicano dictaminó un informe que dejó un resultado escalofriante: un dispositivo empleado para tratar la hidrocefalia, implantado en el cerebro de al menos 194 mexicanos, carecía de autorización para emplearse en seres humanos.
La Comisión indicó que este aparato aún estaba en fase experimental y se implantó sin el consentimiento firmado que requiere una operación de este tipo.
Reporta además el dictamen que fueron residentes realizaron las intervenciones sin supervisión y los daños que han sufrido las víctimas son catalogados como irreversibles. Ahora, reporta el medio El País, luego de 10 años de diversas batallas legales, los afectados exigen una indemnización.
“Fuimos un experimento”, señaló María de Lourdes Walkup, una víctima de 54 años actualmente, quien además relata el sufrimiento por los dolores de cabeza, los vómitos y la recomendación que tenía que seguir, que era dormir sentada.
Walkup, de profesión abogada, ingresó al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) para que le extirparan un tumor benigno. Relató en entrevista que después de la operación su nariz comenzó a derramar líquido cefalorraquídeo. Y es que señala que el 18 de abril de 2006 le colocaron un aparato que tenía como función drenar el exceso de fluido cerebral provocado por el meningioma que padecía. Sin embargo, dicho dispositivo, denuncian las víctimas, no disponía de una válvula para regular la presión.
Por tanto, el aparato era un simple tubo que comunicaba el cerebro de la zona peritoneal. Por lo mismo, el dispositivo colocado solo funcionaba cuando se estaba de pie. Los pacientes no podían acostarse porque sentían que la cabeza les iba a estallar.
El INNN implantó este dispositivo durante al menos seis años, desde 2004 a 2009, según los casos recopilados por un grupo de médicos que enviaron un informe a la Corte Interamericana de Derechos Humanos con el número de expediente de cada paciente.
El material del tubo es de uso común en los catéteres convencionales, pero, según varios neurocirujanos, “no está diseñado para usarlo dentro del organismo (…) mucho menos de manera permanente”, señaló a El País Rodolfo Ondarza, neurocirujano del INNN y exdiputado de la Asamblea del Distrito Federal .
Una enfermera señala que estas cirugías, por esa razón, salían prácticamente gratis al Instituto: el aparato, que posiblemente era bien elaborado por el camillero, no debe costar más de 40 pesos, y que los estudiantes del centro era quienes realizaban la operación.
Reporta el dictamen de la comisión arbitral que el inventor de este aparato es Julio Sotelo Morales, exdirector del INNN, y que era el único dueño de la patente cuando se colocaron los aparatos. No obstante, aún Sotelo no se ha expresado al respecto.
El informe además critica el actuar del inventor, quien señala que “debió informarse plenamente a la paciente de que se trataba de una investigación (…) No hay evidencia de que se hubiese otorgado esa información, de hecho, ni siquiera, pese a tratarse de una persona mayor de edad, con capacidad para ejercer su autonomía, el consentimiento le fue solicitado directamente (…) Se obtuvo la autorización como si fuese un recurso ordinario de atención médica que, reiteramos, no lo es.”
Con información de El País