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Entrevista a Joaquín López-Dóriga
Foto de archivo

Este miércoles, la revista Caras publicó una entrevista con Joaquín López-Dóriga, quien este año cumplió 71 años de vida. La entrevista con uno de los periodistas más importantes en la historia del país. La entrevista se realizó el mes de abril de 2010, cuando llevaba 10 años al frente del noticiero estelar de Televisa.

En la entrevista, López-Dóriga habló de varios de los momentos más importantes de su vida, sus comienzos en el periodismo, los momentos inolvidables a lo largo de su carrera, e incluso algunos errores cometidos a lo largo de los años.

A continuación la nota completa:

Sus comienzos

Joaquín López-Dóriga Velandia nació en Madrid, España, el 7 de febrero de 1947. Su padre, Joaquín, era ingeniero naval y militar; su madre, María José, doctora en Filología Románica. Era sólo un niño cuando murió su papá, y se vino a vivir a México junto a su madre y su hermana, María Cristina. Ingresó al Instituto Cumbres, distinguiéndose como un buen estudiante a quien le agradaban los deportes: “me gustaban el futbol y la natación; sacaba buenas calificaciones, pero no porque fuera un matado, sino porque ponía atención en clase y no hacía travesuras. Todavía conservo amistades de esa época. Miguel Abed es mi amigo desde tercero de primaria”. 

Posteriormente, estudió leyes en la Universidad Anáhuac, y durante ese tiempo tuvo su primer trabajo en el periódico El Heraldo de México, propiedad de la familia Alarcón. “Entré a El Heraldo porque “Óscar Alarcón Velázquez habló con el padre Pardo, rector de la Anáhuac en ese tiempo, y le dijo que si veía a alguien con inquietudes o facultades periodísticas, que se lo mandara, y me envió con él”. En El Heraldo empezó haciendo de todo: desde notas de deportes hasta sociales para la revista Los Cuic. Nunca ha tenido preferencia en cubrir algún tipo de noticia, le da igual que sea de política, farándula, nacional, internacional o financiera.

“Estuve haciendo de todo en el periódico: sociales, espectáculos; cubrí la Olimpiada de 1968 para la sección de Deportes y el Mundial de 1970, porque lo importante es estar donde está la nota”. 

Entrevista a Joaquín López-Dóriga - joaquín
Foto de Archivo

Perdí un título, pero gané una carrera

El titular del noticiero más importante de la televisión mexicana nunca se tituló, ya que su pasión por el periodismo era más fuerte que cualquier otro asunto; tanto, que prefirió irse a Cabo Kennedy a cubrir la nota del lanzamiento del primer hombre a la luna que presentar sus exámenes: “Pertenezco a la primera generación de la Escuela de Derecho, pero cuando iba en quinto semestre fue el lanzamiento del primer hombre a la luna. Como trabajaba en El Heraldo, tenía la oportunidad de ir a presenciarlo. Ser testigo de la llegada del hombre a la luna, en su momento, era como si hubieras podido ver la llegada de Cristóbal Colón a América. En la fecha del lanzamiento del Apolo XI yo tenía que presentar dos materias, pero preferí cubrirlo. Todavía las debo. Era julio de 1969”. 

Entre las coberturas que realizó en esos años para el periódico, una de las que más recuerda es la del movimiento de 1968, que siguió hasta la madrugada del 3 de octubre, pues se impresionó mucho; esto le valió su primera planta laboral.

“Nunca había visto tantos muertos en mi vida como los que vi en la plaza de Tlatelolco, y sentí miedo porque era de noche, había soldados y policías. Como a las 11:30 o 12 de la noche me fui en una ambulancia al hospital de la Cruz Verde, pasé al anfiteatro y eso me sacudió mucho. De ahí me dirigí al periódico, me dormí en la redacción y llegó Don Ga (así le decían a Gabriel Alarcón Chargoy, fundador de El Heraldo de México), que siempre llegaba a las 8 de la mañana, y me despertó. Me preguntó: ‘¿qué haces aquí dormido?’ Y cuando el jefe de información se lo contó, esa misma mañana me dio la planta, era el 3 de octubre de 1968”. 

Joaquín ha trabajado en otros diarios, como Novedades y Milenio, y dice que las lecciones importantes que ha aprendido en los periódicos es que hay que ir tras la nota, aunque para eso se requiera de gran sacrificio personal.

“Para mí, no hay noticias buenas ni malas, sólo noticias; punto. La enseñanza fundamental es ir tras ella, ‘perrearla’, y con eso va de la mano que aquí no hay horarios, días de familia, amigos, juegos de póquer, fines de semana, ni Navidades ni ‘puentes’. Pero no importa, porque cuando te gusta esto, no lo resientes; malo que fuera contador público, con perdón de ellos”.

Prensa escrita, radio y televisión

En 1970 tuvo sus inicios en la televisión con Jacobo Zabludovsky en el noticiero 24 horas, en Televisa. En 1977 es colaborador de la revista Siempre, de José Pagés Llergo. En noviembre de 1978 es designado Director General de noticieros y eventos especiales de Canal 13 de la televisión del Estado. Ahí tuvo su programa, siete días. Fue columnista político del diario novedades y el Heraldo. En 1981 funda la revista Respuesta y el programa de radio Respuestas, entre otras cosas.

Joaquín en la guerra

Ha sido testigo de múltiples encuentros bélicos. El primero fue el de Vietnam en 1972. Después, cubrió el golpe de estado al presidente Salvador Allende, en Chile, 1973, entre otros en Centro y Sudamérica.

También estuvo en la crisis de El Salvador, en guerras en Medio Oriente, Bangladesh e Irak. Además, cubrió la muerte de Francisco Franco, así como la de los Papas Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.

Reconocimientos

A lo largo de su carrera, Joaquín López-Dóriga ha recibido varios reconocimientos. Entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo en 1976 por el género de entrevista; en 1981, por mejor reportaje en el programa Entre dos fuegos”, éste era una cobertura de la crisis de El Salvador. En 1997 la revista Siempre! le dio el premio José Pagés Llergo, en el género de reportaje. Asimismo, el club de periodistas de México le entregó el premio nacional de periodismo de 1995 a 2001, y en 2003 al mejor programa de radio.

Sus comienzos en televisión

En septiembre de 1970 empezó a trabajar en televisión con Zabludovsky, en el programa 24 horas: “Un día me encontré a Jacobo y me dijo que iba a iniciar un noticiero por la noche, ya nos conocíamos del medio. Consulté la propuesta en el periódico con ‘Don Ga’, quien me dijo que adelante; entonces, empecé a hacer las dos cosas”. 

Recuerda bien que Jacobo Zabludovsky le enseñó a hacer televisión, fue instruyéndolo y le aprendió durante años. “El mejor consejo que me dio fue evitar los lugares comunes, es decir, ‘la negra noche’, ‘el desalmado asesino’, ‘la pavorosa 45’, ‘la tensa calma’, todos estos lugares comunes que se convierten en muletillas; y me enseñó a comentar y a escribir noticias como hablamos”. 

Aunque Zabludovsky era el titular del noticiero, Joaquín tuvo que suplirlo algunas veces, y recuerda que más que ponerse nervioso, se preocupaba, “pues es que no nos enseñaban nada”.

Fidel Castro

“En La Habana, después de tres horas y 45 minutos de entrevista, le pregunté a Fidel si en algún momento pensaba retirarse, y me respondió: ‘No, porque los revolucionarios nunca nos retiramos’. Y le dije que los reporteros y periodistas tampoco. Luego le pregunté que si volviera a nacer haría lo mismo, y me contestó: ‘sí, pero con una condición, que ya supiera todo lo que sé ahora. ¿Y tú?’. Le respondí que sí, pero también con una condición, que no supiera nada de lo que sé ahora, y me dijo: ‘Ya me jodiste’ y nos reímos”. 

En noviembre de 1978 fue designado director general de Noticieros y Eventos Especiales del Instituto Mexicano de la Televisión (Imevisión), el canal 13, y describe la experiencia de trabajar para el gobierno como haber estado en otro planeta, aunque a la vez haya sido un gran reto: “Allá tuve que hacer todo, era como un llano, y aquí (en Televisa) era como la NFL. Tuve que estructurar toda la división de noticias, con reporteros, camarógrafos, programas por la mañana, tarde, noche, mesas de discusión; y funcionó bien en su momento. Pero cuando tienes que tratar con el gobierno, entiendes por qué sus cosas no marchan, que ‘porque falta la copia amarilla, que se hizo en tipografía de 8 puntos y debía ser de 10, que me hubieras dicho en la mañana’. Era otro planeta, pero fue un gran reto”. 

En septiembre de 1981 tuvo algunas diferencias con Margarita López Portillo, hermana del entonces Presidente, y lo corrieron públicamente de Imevisión, lo que fue una salida polémica y una situación personal difícil. Joaquín explica los motivos de su salida de la siguiente manera: “Me corrieron porque no quise que nos utilizaran como medio de campaña de un precandidato. No estuve de acuerdo y me echaron, junto con mi equipo, con agentes de la Federal de Seguridad. Después, hicimos una revista y un programa de radio de 9 a 11 p.m. en radio ABC, pero ya no pudimos pagar y nos lo quitaron. Fueron tiempos difíciles”. 

Al hablar de tocar fondo, el “Teacher”, tiene claro que ahí es cuando uno crece como persona y se aprenden las grandes lecciones, principalmente la que decía mucho “Don Ga”: que la gente es amiga del puesto y no de la persona. “En aquellos días tuve una reunión muy interesante, me invitó Mario Moreno Cantinflas a comer a su casa, y me dijo: ‘Yo a usted lo envidio’. Le respondí: ‘oiga, no se lleve’, (porque fue después de todo el escándalo que se armó de aquella salida), y me dijo: ‘no, usted tiene un tesoro, porque mire, después de esto ya sabe quién es quién, ya no le cuentan; ésa es su enseñanza, porque cuando está uno allá, todos son amigos. La gente es amiga del conductor en turno de un programa, como hay amigos del secretario de Hacienda en turno, pero ése es el tesoro que usted tiene, que ya sabe quién es quién’. Son lecciones dolorosas, pero después es más difícil que creas que hay gente que te busca por quien eres y no por el cargo que ocupas”. 

“En su momento es durísimo”, continúa Joaquín, “cuentan que al secretario de Hacienda le llevaban todos los lunes sus cortes de carne y quesos, y cuando dejó el cargo, se encontró a la persona que lo hacía, y le dijo: ‘Oiga, ya no me ha llevado mis carnes ni los quesos’, y le contestó: ‘Yo no he fallado, se los sigo llevando al secretario de Hacienda’. Se hace un silencio al terminar esa anécdota y cierra el tema diciendo: “Tres años después volví a Imevisión, y otra vez me corrieron, porque no hacían las cosas bien, y hay asuntos contra los que no se puede luchar”.

El reventón

Después de esa mala época, López-Dóriga decidió tomar un descanso, y se dedicó, como se dice comúnmente, a darle vuelo a la hilacha. “Después de eso me eché un año sabático… bueno, más que sabático, lunático, diría yo. Estaba soltero, pero luego me compuse (risas). A mí ya no me cuentan nada, ninguna historia. Tengo un catálogo agotador de errores, son mi mejor enseñanza; he cometido tantos… Pero lo importante es levantarte y, si los cometes, hay que reconocerlos, porque si no, no hay ninguna enseñanza”.

De regreso al buen camino y a la televisión

Después de regresar al buen camino, Gabriel Alarcón Velázquez lo llamó de regreso a El Heraldo en 1988. En mayo de 1994, hace casi 16 años, Rogelio Azcárraga lo llamó para empezar un programa en Radio Fórmula, en un horario en el que aún no había ningún programa comentado. En 1996, Pedro Ferriz de Con lo invitó a Multivisión a hacer un programa de entrevistas, y después, vino su regreso a Televisa.

“En octubre de 1997 tuve una reunión con Félix Cortés, y me reuní con Bernardo Gómez, Vicepresidente Ejecutivo de Grupo Televisa. Después de 20 años, regresé a Televisa. Sentí padrísimo, el mejor momento de mi vida personal y profesional”. Aunque Joaquín estaba de regreso en Televisa, también era un momento en que la empresa se tambaleaba. Emilio Azcárraga Milmo, el Tigre , había muerto, y pocos tenían optimismo sobre la empresa por la gran deuda a la que se enfrentaba. “No le daban esperanza a Televisa, había socios y miembros del consejo que no le brindaban oportunidad a Emilio”.

“A mí me decían que había cometido un error al haber regresado en el peor momento, pero yo estaba convencido de que era buen tiempo, porque veía un relevo generacional, veía en Emilio la oportunidad que le había faltado a Televisa para convertirse en la empresa que es hoy; que dejara de ser una empresa familiar para ser una de alcance mundial del nuevo milenio, del mundo del mañana. Nunca dudé de Emilio Azcárraga Jean ni de Bernardo Gómez. Sí estaba complicada la situación y todos lo veíamos, pero a mi nivel no, porque yo soy de infantería”. 

Además de la difícil situación financiera de la empresa, a Joaquín no le importaba que sus jefes fueran jóvenes ni que la gente no confiara en ellos, pues estaba seguro de que sacarían a Televisa adelante. “Nunca he tenido problema con la autoridad, nuestra relación siempre ha sido de respeto y afecto, ¿qué más puedes pedir en una relación laboral que vaya más allá de lo laboral para ir a lo íntimo, a lo personal, a lo familiar, a lo afectivo? Porque sabes que ellos están siempre ahí para ti, permanentemente. Porque puedes tener problemas, y graves, como los he tenido, pero nunca te van a fallar, siempre van a estar de tu lado; entonces, eso es algo envidiable”.

Así empezó la nueva Televisa, y con Emilio Azcárraga Jean arrancaron el programa Chapultepec 18. Después de un tiempo, vinieron los noticieros. “A Bernardo se le ocurrió hacer el programa de la mañana, porque no había. Emilio dijo que tenía que estar listo en dos semanas, pero no había ni escenografía. Le puso Primero Noticias. A las dos semanas arrancamos, era septiembre de 1999. Me gustaba mucho estar en la mañana, me despertaba a las 3 a.m., pero no me importaba”

“Estuve seis meses ahí, aunque parece que fueron años. En marzo, Emilio anunció al aire que yo me iba a la noche en lugar de Guillermo Ortega, y que en la mañana se quedaban Jorge Berry y Lourdes Ramos. El lunes 3 de abril arrancó el noticiero de la noche”. 

Los errores al aire

El Teacher nos confesó no saber el origen de su famoso sobrenombre, “creo que a algunos se les hacía muy largo eso de López-Dóriga, pero la verdad no tengo un punto ni un momento; tuvo que haber sido en los años setenta”, también nos cuenta que no todo ha sido miel sobre hojuelas en la grabación de sus programas y recuerda muy bien su peor experiencia en uno de ellos.

“Mi primer día al aire en el noticiero de la mañana fue un desastre, porque no sabía que el productor y director nunca había hecho un programa en vivo. Era mi director de Chapultepec 18, y ese programa era grabado una vez a la semana, pero nunca había hecho un programa en vivo menor a tres horas, y resultó un desastre. Pedía algo y me daban otra cosa, hablaba yo y salía Lourdes Ramos, hablaba ella y salía la compañera del tiempo, decía ‘vamos a Toluca’ y salía Hermosillo… terrible. Cuando acabó, dije: ‘éste fue nuestro último programa, porque nos van a despedir. Es una vergüenza que hayamos hecho esto hoy en Televisa’. Realizamos ajustes, me cambiaron de director y lo demás lo borré de mi disco duro (risas)”.

En su programa de la noche le fue mejor, y aunque nos recalca que los percances son cotidianos, asegura que ninguno como ése.

López–Dóriga trabaja con su equipo de siempre y dice que antes de contratar a alguien, se fija en una cosa: “Que sean unos enfermos de esto, del trabajo”.

Las entrevistas

Entrevistar es de sus actividades cotidianas y se prepara mucho para realizarlas. Entre éstas destacan las que hizo a Juan Pablo II, Yasser Arafat, Ronald Reagan, James Carter, Fidel Castro, Pablo Neruda, Octavio Paz, Bill Gates, Indira Gandhi, Alberto Fujimori, José María Aznar, George Bush, Condoleezza Rice, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Recuerda que de las entrevistas más difíciles fue la de Indira Gandhi, “porque le hice 36 preguntas en 25 minutos, como que ese día no estaba muy elocuente la señora. Pero cada entrevista tiene lo suyo; para mí, son como la lidia de un toro: no hay dos iguales, no hay dos toros idénticos, no hay dos entrevistados parecidos, aun la misma persona en circunstancias diferentes es otra lidia de entrevista. Me preparo mucho para cada una. Por ejemplo, si es de perfil, me informo quién es, qué ha hecho, etcétera. Esto lo investigo a través de fuentes directas, biografías, declaraciones y de fuentes indirectas a través de opiniones, versiones, información de gente allegada al entrevistado. No me pongo nervioso, pero me preocupo por que quede bien, por lo que pueda aportar el personaje, que sea trascendente”.

Los reclamos

Cuando se pone medio rudo con sus entrevistados, es porque siente que se están queriendo pasar de listos. “Cuando siento que me están tomando el pelo, digo: ‘A ver, un momento, vamos a respetarnos, que no me tomen el pelo a mí ni a la gente’”.

De los reclamos post entrevistas, nos asegura que no sabe si los hay, “porque como no hablo con ellos antes de la entrevista ni después, no me entero. Seguro que deben reclamar”.

Confiesa que no ha perdido amigos a causa de su trabajo porque son muy pocos: “Son muy contados, y no tienen que ver con esto”. Y cuando la gente conocida se enoja con él por las entrevistas que no les parecen, Joaquín responde que “son conocidos de ocasión, de la posición, yo tengo muy claro que a veces me invitan a cosas, pero no están invitando a Joaquín, sino al conductor del noticiero del canal 2 a las 10:30 de la noche, llámese como se llame. Si fuera otro, lo invitarían a él, no a mí. Lo tengo muy claro porque ya lo he vivido, ya me han corrido, ya me han dejado de invitar, y te vas dando cuenta. Es una gran ventaja tenerlo claro. Además, hay cosas que te deben pasar de joven para que no te ocurran de mayor”. Con José Luis Rodríguez Zapatero.

Las noticias antes y después

Durante estos primeros diez años al frente del noticiero más visto del país, Joaquín cree que los cambios más importantes en las noticias y en su programa pasan por dos vías que han sido vitales para estas transformaciones: las políticas de información y la tecnología. “Hoy el país es otro, pero hoy es otra Televisa y ha cambiado la generación del primer equipo de la empresa, son jóvenes arrojados, de una inteligencia que a veces te asusta. Es una Televisa que mido mucho cuando hay noticias graves o importantes, porque la gente se vuelca en el canal 2. La tecnología es algo asombroso, la primera vez que fui a Vietnam tenía que mandar mis reportajes a través de una agencia inglesa, hoy es por un satélite, o por cinco o diez. En Bagdad teníamos siete satélites simultáneos transmitiendo en vivo. Yo le doy mucho peso a Internet, porque vengo de la generación anterior y sé lo que era trabajar sin esto, o las ventajas maravillosas de trabajar con esto, las herramientas son alucinantes”.

Su lado personal

Estuvo en Vietnam dos veces, en una guerra civil, guerras centroamericanas, golpes de Estado en Argentina, Perú, Ecuador y en Irak, “ahí vas blindado con la bendición de Dios, porque las balas no reconocen credenciales. Lo que más me conmueve son los niños. En Vietnam era terrible verlos mutilados, huérfanos, devastados. Las mujeres y los niños son quienes más me afectan de las guerras, porque los políticos nunca salen heridos: Blair, Bush, Aznar… ellos nunca”.

Pero a pesar de su trabajo y trayectoria, para Joaquín López-Dóriga no hay mayor orgullo que su familia: su esposa Adriana y sus cuatro hijos, Joaquín, Guillermo, María José y Adriana. En su poco tiempo libre (porque empieza su día a las 8:30 a.m. y lo termina a las 2 a.m.) no hay nada mejor para él que estar con su mayor adoración, “los fines de semana son exclusivos de mi familia.

“Durante la semana me levanto 8:15 a.m., me tomo un café, hablo a la radio, leo todos los periódicos y portales de la mañana, veo a Loret de Mola y cuatro días a la semana camino o hago bicicleta. Desayuno fruta, huevo, cereal o quesadillas; me baño, vengo a Televisa y tengo otra reunión telefónica para ver cómo va el programa de radio. Duermo, pienso y sueño en esto; todo te lleva al mismo círculo. Todo es informativo, cuando me voy a la radio, ya tengo un panorama completo; no hay un guión, todo ocurre en ese momento. Sólo como fuera de casa dos días a la semana; no voy a desayunos ni a cenas, las dos comidas son de amigos o de asuntos de Televisa. Llego aquí a las 5:15 p.m. y a las 5:30 p.m. estamos sentados para hacer el noticiero y salimos hasta las 12 de la noche. Ceno atún o un sándwich, y saco mi ropa del día siguiente la noche anterior, porque por la mañana ya estoy en el ácido. Oigo respirar a mis hijas, las veo, las tapo y me duermo”.

Su batalla más difícil

El “Teacher”, no sólo ha sobrevivido a guerras, golpes de Estado, amenazas, un problema circulatorio y superado vicios, sino que quizá su batalla más difícil fue vencer el cáncer, tema del que poco habla y pocos saben. Pese a que la lucha fue ardua, no dejó de trabajar ni a medio tratamiento. “Tuve cáncer de colon en 1993. Lo detectaron a tiempo por una peritonitis, y me operaron. Me dieron tratamiento, mi quimioterapia. De eso han pasado 17 años (en 2010), a los cinco quedé totalmente curado. Adrianita tenía dos años, pregunté si tenía cura y me dijeron que sí. Busqué especialistas, uno era de tratamiento fuerte, el otro no tanto; fui con el doctor Juan Zinser Sierra, que es una eminencia. Salí adelante. A veces no era tan fácil, pero conté con el apoyo de amigos y familia; eso me ayudó mucho. De la quimio me iba a El Heraldo a escribir mi columna. No podía permitir que eso me doblara”.

Joaquín no se dejó derrotar por la enfermedad, con trabajo y cariño superó esa mala etapa y, 17 años después, sólo queda como un reto más que logró superar con la cabeza en alto.

El futuro

¿Qué le falta por conseguir a este hombre? “Un fin de semana completo (risas). Tiempo… pero en su momento lo tendré. En lo personal, me falta ser más alivianado cuando trabajo; me gustaría exigirme un poco menos. No azotarme tanto cuando cometo un error o algo no funciona como yo quiero, ser más tolerante, empezando conmigo mismo. Cuando trabajo, no soy bromista, pero al no estar trabajando soy alivianado y buena onda. Siempre digo que lo importante es reírse. Perdono, pero a veces no olvido. No soy rencoroso, los rencores son como ir guardando un costal que al final te ahoga, te estrangula. Es darle mucha importancia a alguien, no vale la pena”.

Con información de Caras