
Si alguna vez se ha preguntado por qué el Parque Hundido tiene esa forma. Aquí encontrará la respuesta
El Parque Hundido es uno de los lugares preferidos por los habitantes del sur de la Ciudad de México, el cual usan para pasear, convivir con sus mascotas, jugar, hacer ejercicio y participar en eventos culturales, entre otras actividades.
Pero, ¿alguna vez se ha preguntado por qué está hundido el Parque Hundido? Dos de los “vecinos” de este lugar, la Plaza México y el Estadio Azul, pueden ayudar a responder esa pregunta, ya que los tres comparten el mismo origen.
Pero vamos por partes.
Las ladrilleras
A mediados del siglo XIX, la zona en la que hoy se encuentran las colonias Extremadura, Nochebuena y Nápoles estaba muy alejada del centro de la Ciudad de México, en el camino hacia los lejanos pueblos de Mixcoac y San Ángel, pasando el Río Piedad (en cuyo cauce hoy corre el Viaducto Miguel Alemán).
En esa despoblada área se encontraban empresas como la Compañía Ladrillera de la Nochebuena o la Compañía Ladrillera de Mixcoac, que eran fábricas de ladrillos que realizaban ahí mismo profundas excavaciones para obtener arcilla, que era parte de su materia prima.
Eso provocó que en el suelo se formaran unos grandes hoyos que se quedaron ahí después de 1893, cuando cerraron esas compañías. La Ladrillera de la Nochebuena es la que le dio el nombre actual a esa colonia.
Los árboles e Insurgentes
Unos años después, el clima revolucionario hizo que mucha gente de clase acomodada se alejara del centro y buscara establecerse en el área de Mixcoac, por lo que en uno de esos grandes agujeros se decidió sembrar árboles para hacerlo más agradable.
Sembrar árboles fue algo común durante los primeros años del siglo 20, cuando Miguel Ángel de Quevedo, entre otras acciones, impulsó la creación de los Viveros de Coyoacán, de donde salían la mayoría de los árboles que hasta hoy adornan la Ciudad de México, especialmente en la zona sur.

El Parque Hundido
En la década de los 20, el camino rural que comunicaba a esa zona con el centro de la ciudad se convirtió en una sola avenida, la cual a mediados de los años 30 se convertiría en la actual Avenida Insurgentes, la cual también fue proyectada con amplias zonas arboladas.
Como parte de esa urbanización, se decidió crear un parque en ese hueco que se había empezado a arbolar años antes, naciendo así el parque Luis G. Urbina o, como es mejor conocido ahora y desde esos días: el Parque Hundido.
Así se le dio vida a un nueva zona residencial a las afueras de la Ciudad de México.

La Plaza México y el Estadio Azul
Pero a unos metros de ahí quedaban otros grandes huecos en el suelo, los cuales se aprovecharon dentro de un ambicioso proyecto, presentado a inicios de los años 40, llamado “Ciudad de los Deportes”, el cual incluía estadios, canchas de tenis, boliches y otras instalaciones.
Finalmente, sólo se construyeron los dos estadios: la Plaza de Toros México y el actual Estadio Azul (originalmente era “Estadio de Ciudad de los Deportes” y después también fue el “Estadio Azulgrana”, casa del Atlante); ambos se inauguraron en 1946.

En la construcción de esos dos inmuebles aprovecharon la excavación existente para levantar gran parte de sus tribunas y, así, tanto el ruedo como la cancha, están varios metros bajo el nivel de la calle, resolviendo una necesidad de ingeniería que en otros estadios, como el Azteca, obligó a dinamitar la zona.
Debido a que el proyecto de la Ciudad de los Deportes quedó inconcluso, a esos estadios les falta cierta infraestructura, como un estacionamiento, cuya construcción estaba contemplada a unos metros de ahí.
De esta manera, los huecos que habían dejado las ladrilleras en esa zona, se transformaron en tres importantes símbolos del sur de la Ciudad de México.
Pues eso es lo que tienen en común el Parque Hundido, la Plaza México y el Estadio Azul: taparon hoyos.

Por Carlos Tomasini