México debe optar por una estrategia de responder con medidas arancelarias y no arancelarias que causen el mayor estrés político y el menor estrés económico
Por Rodrigo Aguilar Benignos, analista y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU. y Paulina Kumate, analista Político
A casi dos meses de asumir el cargo, el presidente Donald Trump no ha dejado de generar incertidumbre por el cambio en el paradigma comercial que privilegia el proteccionismo y nacionalismo que promueve su administración. Ante esto, la presidenta Sheinbaum ha demostrado temple para sobrellevar el cambio unilateral en las reglas del juego y para hacer frente al mayor reto que se le ha presentado hasta el momento. En este tiempo, el Gobierno de México ha tenido algunas victorias que le han ganado espacio y tiempo para intentar disminuir las presiones sobre la relación bilateral. Por ejemplo, la presidenta logró posponer un mes la imposición generalizada de aranceles del 4 de marzo al 2 de abril y ha logrado mantener un canal de comunicación y negociación abierto y sólido con su contra parte. Esto no es menor al observar el nivel de hostilidad en la relación Trump-Trudeau, que implica tensiones significativa con su otro socio comercial de primer nivel.
La entrada en vigor de aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio y sus derivados, sin importar el país de origen, es la última muestra de la disposición de la administración de Trump de modificar sus relaciones comerciales con el mundo, sin importar los costos internos e incumplir con el tratado comercial que ha permitido una integración económica significativa por más de 30 años en América del Norte. Es importante aclararle al lector que este arancel es acumulativo, es decir, que se suma al otro arancel del 25 por ciento que se impuso a todas las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos de productos no contemplados en el T-MEC desde el 4 de marzo y está sujeto a la suma de nuevos aranceles de cumplirse la amenaza pospuesta al 2 de abril.
Vale la pena recordar que esta imposición no es del todo nueva. En 2018, la primera administración de Trump impuso un arancel del 10 por ciento por un periodo de casi dos años a las importaciones de estos bienes. Lo que, de acuerdo con las propias cifras del departamento de comercio de Estados Unidos, los aranceles al acero y aluminio resultaron en la pérdida de 74 mil empleos en el sector manufacturero al aumentar significativamente sus costos. Los principales proveedores de acero y aluminio en 2024 fueron: Canadá, México, Corea del Sur, Brasil y China. Los principales estados importadores de estos bienes en 2024 fueron: Texas (R), Illinois (R), California (D) y Michigan (D). Si bien los aranceles tienen un impacto inflacionario, aumentan los precios y costos de producción en una amplia variedad de productos que utilizan en mayor o menor medida estos materiales y sus derivados, hay efectos personalizados que destacan el carácter político de la decisión. Por ejemplo, Canadá se verá particularmente afectada ya que para 2024 es el principal proveedor de acero y además exporta más de lo que importa tanto en acero y aluminio como sus derivados. Por otro lado, México se encuentra en una posición distinta, ya que tiene un déficit en acero con Estados Unidos, es decir, importa más que lo que exporta, y no produce aluminio.
En 2024, EE.UU. gozó de un superávit de más de 2 millones de toneladas de acero ya que México es el principal destino de exportación (representa el 52 por ciento del total). Del otro lado, la mayor parte de las exportaciones de acero mexicano a EE.UU. las cubren estados fronterizos como Nuevo León, Coahuila y Baja California. Sin embargo, en 2024, México fue el país que más exportó derivados de aluminio al país del norte y es justo por incluir los derivados del aluminio como del acero que el arancel impactará la economía mexicana.
Otro aspecto significativo para reflexionar sobre la lógica política de la decisión unilateral es que destaca en el texto de la orden ejecutiva firmada en febrero sobre los aranceles al acero y aluminio, cada que se menciona a México es en relación directa o indirecta con China, mediante supuestas inversiones, reenvío o triangulación de productos y la supuesta mezcla de aluminio proveniente de China en México. Esto es una señal que envía la administración de Trump sobre la exigencia de que México marque distancia con China y sea proactivo en disipar estas supuestas relaciones ventajosas que afectan a EE.UU.
México exporta derivados de acero y aluminio que suman 31 mil millones de dólares, solo superado por China, que registra alrededor de 35 mil millones de dólares. De dichas exportaciones, aproximadamente 8 mil millones de dólares corresponden a productos con componentes de acero, mientras 23 mil millones de dólares están relacionados con el aluminio. Por ejemplo, las carrocerías, partes de aire acondicionado, partes de vehículo automotor. De acuerdo con la Secretaria de Economía, en 11 estados: Aguascalientes, Coahuila, Durango, Guanajuato, Morelos, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas, las consecuencias del arancel serán evidentes, ya que entre sus tres principales productos de exportación hacia EE.UU. utilizan derivados del acero o de aluminio, como las partes y accesorios de vehículos automotores.
Parece ser que, hasta este momento, el no caer en declaraciones agresivas y ser proactivo en materia de migración y seguridad le ha permitido al gobierno mexicano navegar la incertidumbre y no ser víctima de una medida arancelaria en un mercado aún más relevante para la economía nacional. Esto no por minimizar su impacto en términos de competitividad para la región y el aumento en los costos de las cadenas de valor. En 2024, las exportaciones de México hacia EE.UU. de acero y aluminio sumaron un valor de 23 mil millones de dólares y representaron el 22.5 por ciento de las importaciones de EE.UU. De acuerdo con un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), para 2025 las exportaciones de productos afectados por estos aranceles podrían superar los 20 mil millones de dólares, lo que representa aproximadamente el 4.7 por ciento del total de las exportaciones del país y más del 1.5 por ciento del PIB de 2024.
A pesar de la exigencia de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero) y otros grupos empresariales afectados de imponer aranceles recíprocos, desde la firma de la orden ejecutiva sobre los aranceles el 11 de febrero, la presidenta Sheinbaum pidió esperar al próximo 2 de abril para dar a conocer, si es que la hay, la respuesta a la medida unilateral. Se recuerda que el 2 de abril es la fecha establecida por el gobierno de Trump para la imposición de aranceles recíprocos a todo el mundo y plazo en donde el arancel del 25 por ciento a todo el comercio con México o Canadá se activaría. Sheinbaum explicó que hasta esa fecha estarán trabajando los secretarios de Economía y Hacienda y Crédito Público, Marcelo Ebrard y Edgar Amador, respectivamente, con sus homólogos en el país vecino.
Marcelo Ebrard anunció que lo siguiente es realizar consultas con las industrias del acero, aluminio y automotriz para la evaluación de medidas de respuesta y acción ante los aranceles y reiteró que la estrategia de mantener la cabeza fría le ayuda a México a superar estos momentos. El nuevo Secretario de Hacienda asume el cargo con un reto mayúsculo. Edgar Amador, quien fue ratificado el 12 de marzo de 2025 por unanimidad en la Cámara de Diputados, como Secretario de Hacienda, rechazó una guerra arancelaria entre México y Estados Unidos una vez que llegue el plazo de las negociaciones entre ambos países, el próximo 2 de abril. Amador reconoció que el efecto Trump está generando incertidumbre en los mercados pero declaró que el marco comercial y la política fiscal del país lo va a aislar de la volatilidad generada por el contexto internacional.
Tras las declaraciones anteriores, Howard Lutnick, secretario de Comercio, elogió a México por no tomar represalias ante la imposición de aranceles y prometió que recibirán un mejor trato que Canadá o la Unión Europea. Ya que Canadá presentó una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la medida de los Estados Unidos, pero a la administración de Trump poco o nada le representan los organismos internacionales. Y la Unión Europea respondió de manera inmediata con aranceles al Bourbon, motocicletas y lanchas de motor, entre otros, que se dirigen a la base de votantes republicanos. Por ejemplo, el bourbon se elabora en Kentucky, estado que cuenta con prominentes senadores republicanos como Mitch McConell que buscan continuar su carrera política y mantenerse en el poder. La marca Harley Davidson se fabrica en Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, estados que en las últimas elecciones presidenciales han votado por el partido Republicano, a pesar de históricamente ser proclives al partido Demócrata, lo que los vuelve estados clave. Si bien, el presidente Trump ya no puede reelegirse, el partido Republicano buscará mantener el poder y el gobierno en las elecciones intermedias de 2026. Además, Pennsylvania y Michigan son estados con una pujante industria acerera y de aluminio, por lo tanto, sus votos son clave para controlar el Congreso y asegurar la mayoría republicana la segunda mitad de la administración de Trump.
Con la revisión del T-MEC programada en 2026 y la presión electoral de la elección intermedia el mismo año, México debe optar por una estrategia de responder con medidas arancelarias y no arancelarias que causen el mayor estrés político y el menor estrés económico para lograr mejorar su posición negociadora y sobrellevar de la mejor manera la incertidumbre provocada, para ello la Secretaría de Economía cuenta con una lista por estado de productos para imponer aranceles que no son relevantes en la relación comercial entre nuestros países pero centrales para la base votante del partido en el poder.
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