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El destino de los restos de los generales de Maximiliano de Habsburgo
Foto de The Museum of Modern Art

El 19 de junio de 1867 concluyó el Segundo Imperio Mexicano con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo y sus generales más cercanos, Miguel Miramón y Tomás Mejía. Aunque el tortuoso viaje del cadáver del archiduque a Austria es bien conocido, no ocurre lo mismo respecto a lo que sucedió con el cuerpo de los militares.

En el primer caso, la familia recibió su cuerpo a las pocas horas del fusilamiento. Concepción Lombardo, viuda de Miramón, recibió los restos a su regreso de San Luis Potosí, a donde había acudido para intentar convencer al presidente Juárez de suspender la ejecución, realizada en el Cerro de las Campanas.

La mujer decidió hospedarse en casa de su hermano, en Querétaro, a la espera de que llegaran con el cuerpo, lo que ocurrió pocas horas después. Tras esto, los restos fueron trasladados a la Ciudad de México, donde fueron enterrados en el Panteón de San Fernando, donde descansaban su madre y su hermano.

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Placa en honor a Miguel Miramón en la catedral de Puebla. Foto de @OrdenGuadalupe

Cabe destacar que aunque la tumba aparece el nombre de Miguel Miramón, este no se encuentra en el lugar. Lo anterior debido a decisión de Concha Lombardo, quien al enterarse en 1872 que Benito Juárez había sido enterrado a solo unos pasos de su esposo, decidió inhumar los restos de este y trasladarlos a la catedral de Puebla, donde se encuentran en la actualidad.

Un destino aún más curioso fue el del cuerpo de Tomás Mejía. En su caso, su cuerpo fue entregado a la viuda, quien lo trasladó a la capital del país. Tiempo después, el general Mariano Escobedo, enemigo personal de Mejía, acudió al presidente Benito Juárez para pedirle permiso de enterrar el cuerpo del general.

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El cuerpo del general Tomas Mejía en Puebla

Ante la falta de recursos económicos por parte de la familia del Mejía, que no podía pagar el entierro, el cuerpo del mismo había sido colocado en una silla con un cirio por la viuda.

Enterado de esto, Juárez se negó a que Escobedo corriera con los gastos y decidió pagar él mismo el entierro en el Panteón de San Fernando, donde el general se encuentra bajo una tumba sencilla.

Con información de López-Dóriga Digital