La delincuencia organizada y el aumento en la inseguridad en México provocaron que disminuya la percepción de felicidad entre los mexicanos
El repunte de la delincuencia organizada y el aumento en los niveles inseguridad en México han provocado que disminuya la percepción de felicidad entre los mexicanos, afirmaron expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, señalaron otros factores como la pérdida de la seguridad económica, de salud y el recrudecimiento de la violencia intrafamiliar y doméstica en los meses de confinamiento por la pandemia del COVID-19.
En la conferencia de prensa a distancia “¿De qué depende la felicidad de los mexicanos?“, varios especialistas señalaron que la delincuencia y la inseguridad han dejado como resultado, entre otras cosas, que México “deje de ser un país feliz” y aunque este estado de ánimo es una cuestión personal, no puede desligarse del entorno.
Manuel Alonso González, de la Facultad de Psicología de la UNAM, recordó que a partir de evaluaciones realizadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), estados como Baja California y Baja California Sur se reportan más felices que otras del norte del territorio mexicano.
“Por ejemplo, Sonora, Chihuahua o Coahuila, donde la inseguridad social está presente. La delincuencia organizada disminuye mucho la percepción de la felicidad“, apuntó González.
En tanto, Beatriz Montemayor, del departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina, señaló que a la situación de riesgo e inseguridad se suman los efectos de la pandemia: pérdida de personas queridas y, en especial, el estado de incertidumbre que prevalece.
Añadió que sin importar la edad, para ser felices necesitamos hacer lo que nos gusta de manera responsable.
“Necesitamos un propósito; el amor y la compañía también son elementos para alcanzar ese estado, así como estar bien con uno mismo y conocerte“, dijo.
En ese sentido, González indicó que el contacto con otros seres humanos nos hace sentir bien: con quienes desarrollamos vínculos de amistad o la pareja. Por eso, durante la pandemia, “su ausencia generó una sensación de tristeza y desazón, especialmente entre los adultos mayores”.
Montemayor dijo que a felicidad depende en buena medida “de la voluntad y hábitos, de encontrar el lugar donde estamos a gusto y donde debemos cumplir nuestros objetivos. Más que un concepto que podemos definir, es una construcción que cambia con el paso de la vida”.
La especialista explicó que “debemos tener una existencia activa y con un propósito para que la regulación y equilibrio de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, nos asegure tiempo de felicidad“.
En la conferencia, los expertos recordaron que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) utiliza indicadores como vivienda, ingresos, empleo, educación, medio ambiente, salud, seguridad y balance vida-trabajo “de modo que la felicidad ya no es un aspecto tan subjetivo y personal”.
Según el índice de la OCDE, de 2019, México se situó en la posición 23 entres los países más felices pero eso fue antes de la pandemia y actualmente su posición es más baja.
Desde 2013, la Organización de las Naciones Unidas celebran el Día Internacional de la Felicidad, el 20 de marzo, como reconocimiento del importante papel que tiene la felicidad como parte integral en el desarrollo y bienestar de todos los seres humanos.
Con información de EFE