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Así es la vigilancia en el pasillo donde vivía El Chapo
Foto de Reuters

El pasado sábado, Joaquín El Chapo Guzmán se escapó del área de Tratamientos Especiales, una zona de máxima seguridad, del penal El Altiplano. Hoy, Milenio publica un reportaje de cómo es la vida de los reos en esa área de la cárcel.

Al menos tres veces al mes, un grupo de custodios entran a cada una de las celdas – de dos por tres metros – para realizar una revisión general. Durante esas revisiones, cada reo es sacado de su celda, desnudado y dejado en el pasillo.

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El Chapo es la primera persona en fugarse de El Altiplano. Foto de Milenio.

A los custodios los acompañan perros policías que olfatean todos los rincones de la estancia – la cama, una mesa, una banca, y un estante – en busca de drogas o cualquier objeto anormal. Posteriormente los animales son llevados al baño de la celda, en donde hay un retrete metálico y una regadera.

Mientras esto se realiza, otro custodio utiliza un pequeño martillo en busca de cualquier hueco en paredes y piso, de forma que se detecten posibles túneles de escape.

Este es el procedimiento rutinario en el pasillo 2, donde se encuentran las celdas 11-20. En esta última es en donde el líder del Cártel de Sinaloa pasaba 23 horas al día, puesto que solo tenía una hora al día para salir a un pequeño patio interior en donde permanecía sin compañía.

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Foto de Reuters.

En 1996, Othón Cortez, quien fuera acusado de ser el “segundo tirador” en el asesinato de Luis Donaldo Colosio y que fue recluido en El Altiplano, se lo reveló al periodista Carlos Marín.

Así lo confirma a su vez Flavio Sosa, líder de la revuelta de la APPO oaxaqueña, y quien en 2007 estuvo en la celda 13 del mismo pasillo 2.

Milenio publica el día de hoy parte de una conversación con Flavio Sosa, misma que se incluye a continuación:

—¿Cómo es el lugar? —se le pregunta a Sosa.

—Hay dos pasillos de 10 celdas cada uno. Estamos hablando de una pequeña celda donde cabe un camastro de concreto, una pequeña mesa de concreto y una banca de concreto a lo ancho. Te dan un colchón y cobijas. Es una celda sellada con una puerta metálica. Tiene barrotes en su interior, lo que te hace sentir enjaulado, y luego hay un espacio entre los barrotes y una puerta metálica, la cual tiene una pequeña mirilla, un cuadrado como de unos 30 centímetros. Como las de las películas gringas. Tú no te puedes acercar a la puerta porque la reja te lo impide.

—¿Y el baño?

—Adentro de la celda hay una especie de pato, como el que le ponen a los enfermos en los hospitales cuando están en las camas, para que puedan defecar u orinar. Uno defeca al ras del suelo. No hay un mueble, una taza de baño. Y la regadera está delante de ese espacio. La regadera solamente se abre al cuarto para las seis de la mañana. Te indican ellos, te gritan: “¡Baño!”, y tienes 10 minutos para bañarte.

—¿No te puedes bañar en la noche como supuestamente lo iba a hacer El Chapo?

—No, no se puede uno bañar en la noche.

—¿Usan regadera para lavar enseres?

—No, hay una especie de lavabo junto al espacio para defecar. Y ahí solamente lavas tus calzones y tus calcetines. Y los trastes para comer los enjuagas ahí.

—¿Se oye, se escucha afuera todo lo que sucede en las celdas?

—Cuando camina un custodio por el pasillo, el pasillo suena. Es como un túnel cada pasillo. Se genera un efecto de túnel con el ruido. Como un eco. Mira, tienes derecho a una llamada a la semana y tienen un teléfono en la cabecera del pasillo, en lo que se llama Diamante, que es la zona de vigilancia, una caseta blindada entre ambos pasillos. Te sacan a la cabecera del pasillo, tú haces tu llamada y todos escuchan lo que estás diciendo, los 10 internos de tu pasillo.

—¿El aire libre?

—Para el patio tienes una hora diaria. Es un patio individual para los reos de máxima seguridad. En realidad no es un patio: es un cuarto sin techo. Caminas ahí tu solito. No convives con nadie. Comes en la celda…

—¿Cómo son las revisiones?

—Las celdas de Tratamientos Especiales son revisadas tres veces al mes, pero pueden ser cuatro o cinco, las que se les antoje, porque son sorpresivas. Llega una escolta de guardias con perros. Entran a cualquier hora del día o de la noche. Le llaman “revisión especial” y llegan y te sacan a las dos de la mañana, a las tres. Te ponen frente a tu celda, te desnudan, entregas tu ropa, prenda por prenda, haces las sentadillas de rigor. No tiene ni un solo objeto que no sea del penal adentro. Ni siquiera un escapulario o un dije. Nada. El rastrillo te lo dan porque todos los días te tienes que afeitar y estás pelón. Cuando te vas a bañar pasan y te lo dan y a los tres o cuatro minutos te lo retiran. Es obligatorio estar rasurado y pelón.

—Cuéntame de los perros…

—Los perros olfatean toda la celda y todos tus objetos que tienes adentro, tus cobijas, cartas, todo. Y un custodio se encarga de pegarle a la pared con un martillito. Le pegan a las paredes de la celda y del baño para ubicar que no haya ningún hoyo, que un lugar esté hueco, que haya oquedades.

—¿Van pegando en diferentes puntos de las paredes al menos tres veces al mes?

—Sí, en toda la celda. Toda toda. Pegan en todas las paredes. Es imposible que no se hayan dado cuenta de lo que pasaba, del túnel del Chapo, porque el sistema de vigilancia es supersofisticado en los Diamantes de Seguridad que hay en cada cabecera de pasillo. Son como pentágonos con vidrios blindados donde hay guardias adentro y observas las cámaras. Todo el penal está lleno de cámaras.

—¿Una fuga te parecía imposible cuando vivías ahí?

—Alguna vez yo me puse a pensar qué tendría yo que hacer si quisiera fugarme. Yo había visto Alcatraz, Papillón, Los muros de agua, El conde de Montecristo, y me puse a pensar. La conclusión a la que llegué fue: comprar a toda la guardia y burlar todos los sistemas de vigilancia, o controlarlos. Es la única forma (se ríe)…

La vida en el pasillo 2, donde “prácticamente no se habla con nadie”, decía Othón Cortez. Donde la vida con los demás presos es una “relación de fantasmas”, dice Sosa.

Con información de Milenio.