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Andrea
Foto de Ana Paula Cámara

Un lunes a las 8:00 h íbamos llegando al laboratorio, cuando recibimos las coordenadas de una nueva escena de crimen, donde una persona reportaba “otro ejecutado”.

Nos acercamos, la policía municipal ya había delimitado el área, se había colocado la cinta amarilla a 50 metros de la escena principal, nos acercamos, colocamos primeramente el tripié para la fijación fotográfica.

A simple vista, la habían dejado en una calle poco transitada de una colonia vieja, cercana al centro de la ciudad, donde proliferan los llamados “picaderos”, en esos lugares donde la heroína es la droga reina, la víctima estaba dentro de una caja de cartón donde previamente habían empaquetado una lavadora.

Habían utilizado la caja de un objeto generalmente asignado a ser usado por una mujer, de aproximadamente un metro cuadrado, para deshacerse de ella.

Alguien consideraba que esa víctima era desechable y por tanto su lugar era junto a la basura, que sería recolectada en unas horas por el camión recolector.

Ahí entre los desechos orgánicos y los inorgánicos, estaba Andrea. Se encontraba a medio vestir o desvestir, según la mirada que la vió.

Un sostén rojo desgarrado y lleno de tierra, una blusa sin mangas color blanco con una figura geométrica al frente, un pantalón de mezclilla cortado a la altura de los muslos.

Las piernas presentaban hematomas y escoriaciones, además de un hilo delgado de lo que parecía líquido hemático que surgía de la parte interna de los shorts que vestía, la planta del pie izquierdo estaba limpia, la planta derecha tenía una grasa color negro similar a la que se utiliza en los talleres mecánicos.

En la mano derecha sostenía un trozo de papel con algunas letras ilegibles que ya en el laboratorio deberían analizar para darle una interpretación y, de ser adecuado, integrar el dato como línea de investigación.

En la mano izquierda presentaba tres uñas rotas hasta el cuerpo ungueal, lo que indica que esas heridas se produjeron en un acto de defensa, había luchado por su vida, su agresor posiblemente tenía heridas en alguna parte de su cuerpo, las otras dos uñas estaban solo llenas de suciedad.

Se procedió a cubrirlas con bolsas de papel estrasa para posteriormente llevar a cabo el raspado y buscar bajo ellas, de ser posible, dermis o epidermis que contengan suficiente ADN para identificar a su agresor.

El cabello tenía trozos de pasto seco, estaba sucio y con lo que parecía líquido hematico con la coagulación iniciada.

Su rostro presentaba escoriaciones en la región infraorbitaria, pérdida de la continuidad de la piel a nivel de la región ciliar, fractura ascendente de la región maxilar inferior y una herida contusa en el área supraciliar.

El dorso se presentaba policontundido, el área había recibido numerosos heridas contusas, todas las lesiones presentaban tumufacción, lo que se traduce en que fueron provocadas perimortem, Andrea estaba viva cuando sucedieron.

Se encontraba en posición decúbito dorsal, con las extremidades inferiores flexionadas hacía el tronco, había sido colocada en esa caja pese a haber tenido una estatura de aproximadamente 170 centímetros y un peso de 70 kilogramos.

Fue dejada a la mitad de la calle, a la vista de todos, había sido violentada sexualmente, golpeada hasta morir, se llamó Andrea y su pareja es un feminicida.