En lo alto de una montaña cerca de Nápoles (sur de Italia) se alza un santuario al que cada año, el día de la Candelaria, peregrinan los transgénero y homosexuales de la zona para venerar a una antigua Virgen que creen su protectora, en un ritual de fe y folclore cuyos orígenes se pierden en el tiempo. La abadía de Montevergine, construida sobre el macizo del Partenio a 1.270 metros de altitud, atrae cada 2 de febrero a miles de personas que rinden tributo a una Virgen negra llamada ‘Mamma Schiavona’, la “que todo lo puede y todo lo perdona”. Es un día de fiesta para la comarca y los fieles llegan al lugar para entonar viejos cánticos marianos con panderos y castañuelas, bailando sobre un suelo congelado y barrido por un viento de pasmo a estas alturas del invierno
febrero 6, 2024