Desde 1995, el relojero Jesús López-Terradas pasa los últimos días del año con una única misión en mente: tener a punto el reloj de la Puerta del Sol para dar las campanadas de Nochevieja. Todo medido al dedillo, aunque siempre queda una milimétrica posibilidad de que algo falle y, “si se parte una rueda, el ‘plan B’ es echarse a llorar”
diciembre 27, 2022