A menos que quiera necear, no sería el primero, y la realidad lo mande a su espacio real como cero a la izquierda, claro, La Chingada, su finca en Palenque, destino histórico que reiteradamente ha hecho suyo, y sin alcanzar a entender cómo desperdició el tiempo, que quiso detener y hacer suyo lo que lo pondrá entre el acceso y el basurero de la historia