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Terminar DACA es autodestructivo: Barack Obama
Foto de CNN

Sin grandes sorpresas dado el enfoque antimigrante de la administración Trump, la mañana de este martes el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, anunció el final del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que protegía a miles de jóvenes migrantes de ser deportados y les permitía trabajar de manera legal en el país.

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Barack Obama. Foto de Internet

La decisión ha causado controversia e indignación a lo largo de todo Estados Unidos. Barack Obama, quien impulsó el programa durante su administración, escribió en su perfil de Facebook su postura sobre la decisión de la Casa Blanca. A continuación la traducción de las palabras del expresidente:

La inmigración puede ser un tema polémico. Todos queremos seguridad, fronteras seguras y una economía dinámica, y las personas de buena voluntad pueden tener desacuerdos legítimos sobre cómo arreglar nuestro sistema de inmigración para que todos cumplan las reglas.

Pero de esto no se trata la acción que la Casa Blanca tomó hoy. Se trata de jóvenes que crecieron en Estados Unidos – niños que estudian en nuestras escuelas, jóvenes adultos que están iniciando carreras, patriotas que prometen lealtad a nuestra bandera. Estos Soñadores son estadounidenses en sus corazones, en sus mentes, en todos los sentidos, excepto uno: en el papel. Fueron traídos a este país por sus padres, a veces incluso como infantes. Puede que no conozcan un país aparte del nuestro. Puede que ni siquiera conozcan un idioma aparte del inglés. A menudo no tienen ni idea de que son indocumentados hasta que aplican para un trabajo, o la universidad, o una licencia de conducir.

A lo largo de los años, los políticos de ambos partidos han trabajado juntos para redactar leyes que habrían dicho a estos jóvenes – nuestros jóvenes – que si tus padres te trajeron aquí de niño, si has estado aquí un cierto número de años y si tú estás dispuesto a ir a la universidad o servir en nuestro ejército, entonces tú tendrás la oportunidad de quedarte y conseguir tu ciudadanía. Y durante años, mientras yo era presidente, le pedí al Congreso que me enviara un proyecto de ley así.

Ese proyecto nunca llegó. Y porque no tenía sentido expulsar a jóvenes talentosos ​​y patrióticos del único país que conocen solamente por las acciones de sus padres, mi administración actuó para levantar la sombra de la deportación de estos jóvenes, para que pudieran continuar contribuyendo a nuestras comunidades y nuestro país. Lo hicimos basándonos en el bien establecido en el principio legal de la discrecionalidad procesal, desplegado por los presidentes demócratas y republicanos por igual, porque nuestras agencias de inmigración tienen recursos limitados, y tiene sentido concentrar esos recursos en aquellos que vienen ilegalmente a este país para hacernos daño. Las deportaciones de criminales subieron. Unos 800 mil jóvenes dieron un paso adelante, cumplieron requisitos rigurosos y pasaron por controles de antecedentes. Y Estados Unidos se fortaleció como resultado.

Pero hoy, esa sombra se ha vuelto a postrar sobre algunos de nuestros mejores y más brillantes jóvenes. Señalar a estos jóvenes es un error – porque no han hecho nada malo. Es autodestructivo – porque quieren comenzar nuevos negocios, proveer personal a nuestros laboratorios, servir en nuestro ejército, y contribuir de alguna manera al país que amamos. Y es cruel. ¿Qué pasa si el maestro de ciencias de nuestro hijo, o nuestro amigable vecino resulta ser un Soñador? ¿Dónde debemos enviarlo? ¿A un país que no conocen ni recuerdan, con un idioma que ni siquiera pueden hablar?

Seamos claros: la acción tomada hoy no es requerida legalmente. Es una decisión política y una pregunta moral. Cualesquiera que sean las preocupaciones o quejas de los estadounidenses acerca de la inmigración en general, no debemos amenazar el futuro de este grupo de jóvenes que están aquí sin que sea su culpa, que no representan una amenaza, que no quitan nada al resto de ciudadanos. Ellos son ese lanzador en el equipo de softbol de nuestro hijo, esa primera persona que ayuda a su comunidad después de un desastre, ese cadete en ROTC que no quiere nada más que usar el uniforme del país que le dio una oportunidad. Eliminarlos no reducirá la tasa de desempleo, ni aligerará los impuestos de nadie ni elevará los salarios de nadie.

Es precisamente porque esta acción es contraria a nuestro espíritu y al sentido común, que los líderes empresariales, los líderes religiosos, los economistas y los estadounidenses de todas las ramas políticas pidan a la administración que no haga lo que hizo hoy. Y ahora que la Casa Blanca ha trasladado su responsabilidad sobre estos jóvenes al Congreso, corresponde a los miembros del Congreso proteger a estos jóvenes y a nuestro futuro. Estoy animado por aquellos que han dicho que lo harán. Y uno mi voz con la de la mayoría de los estadounidenses que esperan que hagan frente a esto con un sentido de urgencia moral que coincida con la urgencia que estos jóvenes sienten en estos momentos.

En última instancia, esto se trata de tener una decencia básica. Se trata de si somos un pueblo que expulsa a los jóvenes luchadores de Estados Unidos, o si los tratamos de la manera que queremos que nuestros propios hijos sean tratados. Se trata de quiénes somos como pueblo y qué queremos ser.

Lo que nos hace estadounidenses no es una cuestión de si nos parecemos, ni de dónde vienen nuestros nombres, ni de la forma en la que oramos. Lo que nos hace estadounidenses es nuestra fidelidad a un conjunto de ideales que todos nosotros somos creados iguales; que todos merecemos la oportunidad de hacer de nuestras vidas lo que queramos; que todos nosotros compartimos la obligación de ponernos de pie, hablar y asegurar nuestros valores más preciados para la próxima generación. Así es como Estados Unidos ha viajado hasta aquí. Así es como, si nos mantenemos en ello, finalmente alcanzaremos esa unión más perfecta.

Redacción