
Regalos simbólicos y que evocan la historia de las relaciones entre la Iglesia Católica y Ortodoxa fueron los presentes intercambiados
El papa Francisco y el patriarca Kirill de la Iglesia ortodoxa rusa intercambiaron regalos profundamente simbólicos y evocan la historia de las relaciones, en ocasiones turbulentas, entre Este y Oeste.
Francisco le obsequió a Kirill un relicario con una reliquia se San Cirilo, el arzobispo del siglo V de Alejandría que es honrado tanto por la Iglesia católica como por la ortodoxa. También le obsequió un cáliz.

Por su parte, Kirill le ofreció a Francisco una réplica de la Virgen de Kazán.
En 2004, el Vaticano había regresado una copia del siglo XVIII de la famosa imagen al predecesor de Kirill, Alexy II, con el fin de mejorar las relaciones ecuménicas.
La tradicional imagen bizantina con colores oro y madera representa a la Virgen y al Niño Jesús. La obra original del siglo XVI era adorada por los creyentes rusos por su supuesto poder para realizar milagros, incluida la expulsión de los invasores polacos en el siglo XVII.

San Juan Pablo II tenía una imagen colgada en su capilla privada después de recibirla de un grupo católico en 1993. Tenía la esperanza de que al devolver él mismo un icono tan venerado, forjaría mejores lazos con la Iglesia rusa.
Aunque acogió la devolución, Alexy II dijo que como era solo una copia de la imagen original del siglo XVI, no era necesario que el papa la llevara personalmente a Moscú, lo que acabó con la esperanza de una reunión.
El papa Francisco sostiene una reunión en Cuba con el líder de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, en un hecho histórico en mil años de cisma entre las Iglesias de Oriente y Occidente dentro del cristianismo.

Francisco y Kirill se abrazaron y besaron tres veces en la mejilla cuando se encontraron en la sala acondicionada dentro de las instalaciones del aeropuerto para este fin. Es la primera vez que un papa y un patriarca se reúnen en la historia.
El Vaticano considera la reunión como un paso importante en sus esfuerzos ecuménicos, pero muchos observadores ortodoxos la ven como un intento del patriarca de reafirmar la Iglesia ortodoxa y a Rusia en momentos en que Moscú está aislado por Occidente.

Redacción