El papa Francisco aseguró que la legítima defensa es un deber, pero que ante el uso excesivo de la fuerza se convierte en ejecuciones ilegales
Aunque asegura que más que ser un derecho, la legítima defensa es un deber, el papa Francisco pide tener cuidado con ella, pues el acto podría derivar en ejecuciones ilegales.
La declaración papal cobra relevancia al ser aplicable a nivel mundial en materia de derechos humanos. Ejemplo de ello es Argentina, donde se aprobó un cuestionado protocolo para el uso de armas de fuego por parte de las fuerzas federales.
“Quiero volver a llamar la atención sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Se trata de homicidios deliberados cometidos por agentes estatales, que a menudo se hacen pasar como resultado de enfrentamientos con presuntos delincuentes o como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para proteger a los ciudadanos”, dijo.
Sobre el uso excesivo de fuerza por parte de las autoridades, el sumo pontífice recordó que “son responsables de la vida de otros”, por lo que, si bien deben detener al agresor, no deben actuar de manera desproporcionada, pues no en todas las ocasiones es necesario el uso de la fuerza letal.
“Si uno, para defender su propia vida, usa mayor violencia que la precisa, este acto será ilícito. Pero si rechaza la agresión moderadamente, será lícita la defensa pues, con arreglo al derecho, es lícito repeler la fuerza con la fuerza según las necesidades de la seguridad“, explicó.
En su discurso, Jorge Mario Bergoglio también abordó la pena de muerte, tema bastante discutido en la Iglesia Católica que derivó en la eliminación, para el Catecismo, de un pasaje que en su apartado 2267 avalaba esta práctica.
La razón yace en que la vida es sagrada y debe ser custodiada sin excepciones, además de que dicha sanción contraviene con el evangelio, pues “solo Dios es verdadero juez”.
Ahora, la intención será enseñar a quienes harán su primera comunión que “la pena de muerte es siempre inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”.
Por último, Francisco criticó las cadenas perpetuas, ya que a su parecer, impiden la redención moral, lo que las traduce como una pena de muerte encubierta.
Con información de La Stampa