En Siria han muerto centenares de niños durante la guerra civil. Alepo se encuentra asolada por los continuos bombardeos de la aviación rusa
Omran Daqnish permanece terriblemente mudo en la silla color naranja de una ambulancia. Tiene la cara cubierta de polvo y sangre. Sin cambiar su expresión, se lleva la mano a la cara.
Observa sus dedos ensangrentados. No llora. Permanece siempre con el mismo semblante. El niño tiene cinco años, los mismos que la guerra civil en Siria de la que se ha convertido en su último ícono.
El fotógrafo que logró captar la imagen que le dio la vuelta al mundo de un niño sirio tras un bombardeo habla sobre la guerra en Siria y sobre Omran Daqnish, el niño que ha sufrido los horrores de la guerra en carne propia.
“Desde 2013 he tomado cientos de fotografías. A diario veo decenas de niños morir bajo los bombardeos de la aviación rusa y del régimen de Bashar Asad, pero el caso de Omran es especial. Me sorprendió que permaneciera callado y que no llorara. Yo no podía parar de sollozar al observarle”, confiesa Mahmud Raslan a la Crónica.
Raslan es el autor de la fotografía que le ha dado la vuelta al mundo. El bombardeo al que Omran sobrevivió tuvo lugar en el distrio de Qateryi un miércoles por la noche. Qateryi se encuentra en la zona este de Alepo, zona que controlan fuerzas rebeldes.
En el ataque al que sobrevivió Omran, murieron 8 personas, entre ellas 5 niños.
“Un informante nos puso en alerta. Un avión ruso despegó de una base en Latakia [ciudad costera y feudo de la secta alauí a la que pertenece Asad] en dirección a Alepo. El aparato sobrevoló el vecindario y se escuchó una fuerte detonación. Cuando llegué al lugar, había tres cadáveres en el suelo”, declaró Raslan.
“Después, fui testigo de cómo el personal de la ambulancia y miembros de Defensa Civil [una organización de voluntarios que presta atención sanitaria en zonas controladas por la oposición] rescataban a la familia de Omran desde una vivienda cercana. El edificio en el que vivían se había derrumbado y habían escapado por los balcones de otro inmueble”, relata el joven fotógrafo.
El niño fue el primero en ser auxiliado, tal cual captó la cámara de Raslan. En minutos posteriores, mientras el niño era atendido en la ambulancia, sus familiares fueron resucitando de los escombros.
La segunda en ser auxiliada fue su hermana de ocho años. Le siguió otro de seis. Su hermano mayor, de 10 años, fue el peor parado. Sufrió heridas en el vientre y estuvo en el hospital hasta el viernes por la noche. Los padres también fueron rescatados poco después”, enumera Raslan el destino de la familia.
La familia pudo sortear el bombardeo, pero la desgracia terminó por alcanzarlos. Ali, el hermano mayor, el primogénito de la familia, perdió la vida el sábado pasado.
En Alepo, ciudad rebelde asolada por los continuos bombardeos de los aviones rusos y de las fuerzas que apoyan a Asad, habitan alrededor de 250 mil habitantes.
Omran y sus cuatro hermanos perdieron su hogar y todas sus pertenencias. El fotógrafo explica que ahora viven en otra casa con algunos de sus familiares. Raslan no ha perdido contacto con los padres del niño.
“El padre no quiere hablar con los medios. Tiene miedo del régimen de Asad y teme que si dice algo, pueda meterse en problemas. Tiene familia en zonas controladas por el Gobierno y tal vez está pensando en trasladarse allí”, comentó a El Mundo un vecino desde el anonimato.
El médico cirujano que atendió al infante habla sobre la semblanza que tenía el niño. “Parecía aún sorprendido. Estaba en shock y ni siquiera lloraba”, apuntó el cirujano de nombre Mohammed que atendió al niño cuando llegó al hospital “M10”.
En Alepo los hospitales dejaron de tener nombres para solo ser llamados por letras y números, además tienen que estar cambiando constantemente de lugar para esquivar los bombardeos.
“Quedan en pie 10 hospitales en el este de Alepo que se enfrentan a bombardeos continuos. Solo estamos ya 13 cirujanos, 53 médicos y unos cuantos enfermeros”, reconoce el doctor que trató al niño.
“Las calles de Alepo guardan 7 mil años de historia. Esta es una de las ciudades más antiguas del mundo y ahora, también, la más peligrosa”, declaró Mohammed.
El panorama es desolador para los niños sirios. Son víctimas de una guerra en la que nada tienen que ver. Omran tuvo suerte, pero diario hay decenas de niños que no comparten la misma fortuna.
En la zona no hay agua potable. Los alimentos y las medicinas escasean, así como las fuerzas de aquellos que se niegan a abrazar la derrota.
Con información de El Mundo
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