Los oficinistas descubrieron que también tenían que afrontar el frío dentro de los edificios
Dos camisetas de manga larga, una camiseta, una chamarra de franela, dos bufandas y dos pares de calcetines. Este ha sido el atuendo para la oficina que ha llevado Karen Ericson, de Des Moines, Iowa, en las últimas semanas.
“Sigo temblando”, comentó la semana pasada la diseñadora gráfica, de 39 años, estimando que la temperatura de la oficina era de unos 18 grados centígrados, mientras que en el exterior la ciudad llegó a registrar los -28 grados.
“Estoy bien entrenada a vestirme abrigada y con capas, pero esta congelación ha sido difícil de soportar, especialmente cuando esperaba estar cómoda, o al menos no temblando, en interiores”, dijo.
Mientras buena parte del país sufría una ola de frío en las últimas semanas, los oficinistas descubrieron que tenían que afrontar el frío incluso en interiores. Muchos recurrieron a abrigos, guantes, mantas y radiadores pequeños para seguir trabajando.
“Hoy llevo dos jerséis, una bufanda, orejeras, guantes y una manta en el regazo”, escribió la semana pasada Rebecca Miller, una asesora académica de 27 años en la Universidad Estatal de Tennessee en Nashville, cuando las temperaturas apenas superaban los 10 grados en su oficina, mientras en la calle los termómetros marcaban -6 grados Celsius de día.
“Pero me sigue costando trabajar. Tirito de frío y es difícil centrarse. Es difícil teclear con guantes y es difícil moverse con las gruesas capas”, afirmó.
Como miles de otros estadounidenses con frío, se hizo unas fotos en su escritorio con una ropa normalmente reservada para las pistas de esquí, y la compartió en redes sociales.
Los edificios de oficinas se construyen con sistemas de calefacción central que hacen los edificios adecuados para diferentes usos a lo largo de los años. El inconveniente es que ofrecen poco control sobre la temperatura a sus usuarios particulares, en ocasiones a propósito, señaló Khee Poh Lam, profesor de arquitectura de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh.
A menudo se colocan los termómetros en lugares de difícil acceso como falsos techos y conductos de ventilación para que los trabajadores no puedan modificarlos, dijo Lam. Otros edificios tienen controles falsos accesibles que en realidad no hacen nada más que dar una ilusión de control a los trabajadores desesperados.
Encontrar la temperatura adecuada para contentar a todo el mundo puede ser un objetivo difícil de alcanzar para los diseñadores y constructores de oficinas, dijo Stefano Schiavon, profesor de arquitectura de la Universidad de California, Berkeley.
Con información de AP