La primera dama Michelle Obama estuvo contestando llamadas durante Nochebuena para informarle a los niños dónde estaba Santa
Para la mayoría de las personas, hablar por teléfono en Nochebuena con la primera dama de Estados Unidos es una sorpresa inesperada. Sin embargo, Austin esperaba hablar con otra persona.
“Quiero oír hablar a Santa Claus”, dijo Austin, uno de los niños que llamaron el sábado al programa de Rastro de Santa del NORAD, y que se encontró con la que Michelle Obama estaba al otro lado de la línea.
Santa Claus no podía ponerse al teléfono, explicó con paciencia la primera dama, “porque está repartiendo todos los regalos”, y llevaba 3 millones para la última hora de la mañana en Honolulu, donde le presidente Barack Obama y su familia están de vacaciones.
Había un toque agridulce este año, el último en el que la primera dama cumplió con su ritual navideño anual recibiendo llamadas de niños que querían saber cuánto progreso había hecho exactamente Santa en su viaje. La próxima primera dama, Melania Trump, decidirá el año que viene si continúa con la tradición.
Pero había otra cosa que preocupaba a Austin: ¿sabría San Nicolás a dónde ir?
“Voy a mudarme a otra casa”, comentó Austin, al igual que otros tres niños en Carolina del Norte.
“Ningún problema”, afirmó la señora Obama.
“Podrá encontrarte sin importar a dónde vayas” dijo, según una transcripción difundida por la Casa Blanca. “Eso es lo especial de Santa”.
La primera dama pasó una media hora recibiendo llamadas antes de acudir con su esposo, sus hijas Sasha y Malia y amigos de la familia a comer en el Side Street Inn, popular entre vecinos y turistas en Hawaii por su atmósfera distendida y su comida.
Después la familia acudió a Breakout Waikiki, una experiencia de “acción en vivo” en la que los visitantes se ven “atrapados” en una sala y deben trabajar juntos para escapar.
Pero antes de la diversión en familia hubo una lección de geografía, en la que la primera dama informó a los niños sobre los lugares más recientes que había visitado Santa en su viaje repartiendo regalos: Cerdeña, Malta y Hungría, por nombrar algunos.
Si la primera dama aprendió algo, fue un curso rápido sobre los regalos más codiciados del momento.
Una niña llamada Kirsten dijo a la señora Obama que quería un dron. Joshua había pedido un garaje de Hot Wheels, mientras que Aiden quería una patineta.
Pero fue el regalo de Adilyn el que tomó a la primera dama por sorpresa. “Mañana me traerán un erizo”, dijo el pequeño.
Redacción