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Sale desde Honduras primera caravana migrante del 2022
Lista primera caravana migrante del 2022; inicia recorrido desde Honduras. Foto de EFE

La primera caravana de migrantes hondureños, acompañados de nicaragüenses, de 2022, salió desde San Pedro Sula, en en el norte de Honduras, con la idea de llegar hasta los Estados Unidos, en busca de un trabajo para ayudar a sus familias, según relataron muchos de ellos.

“Nos vamos por falta de empleo, vamos a buscar un futuro mejor”, dijo Miguel Domínguez, un perito mercantil, originario de Taulabé, departamento de Comayagua, en la región central de Honduras.

Abrazado con la bandera de su país, en azul y blanco, Miguel fue uno de los hondureños que hoy alentó a unos 300 inmigrantes del primer grupo que salió desde la Central Metropolitana de autobuses del servicio interurbano, de San Pedro Sula.

Confundidos, los migrantes hondureños y nicaragüenses, por la falta de un guía que les orientara para salir ordenados en la caravana, el primer grupo salió a pie, desde la Central Metropolitana, en cuyas aceras y áreas verdes durmieron anoche, con un cielo despejado, y con luna, como techo.

El segundo grupo, de no menos de 400, salió unas tras horas más tarde, dirigiéndose hacia Corinto, punto aduanero en la frontera común de Honduras y Guatemala, cercana al Caribe.

Olvin López, soldador eléctrico, hondureño, de 30 años, indicó que decidió irse en la caravana “para sacar adelante a mi familia”.

“Tome la decisión de ir a buscar un futuro mejor para mi familia y confiando en Dios lo vamos a lograr”, agregó López, quien además señaló que en algunos de los lugares que ha buscado empleo, le piden un título profesional, que no tiene.

Según su relato, Olvin, de 30 años, oriundo de Concepción del Norte, departamento de Santa Bárbara, en el occidente de Honduras, lleva siete meses desempleado, porque no hay oportunidades de trabajo” en su país.

“El sueño es llegar a Estados Unidos y salir adelante”, pero si tuviera una oportunidad en México, “la aprovecharía, de verdad”, subrayó.

Sobre la caravana, dijo que se enteró en redes sociales y eso le motivó a tomar la decisión de irse, “solo con un primo”, de 18 años, que es de Villanueva, Cortés, en el norte hondureño.

Olvin indicó que deja a su mujer y un hijo, de tres años, quienes quedan bajo el cuidado de la madre de ella.

Uno de los nicaragüenses que irá en la caravana, que solicitó el anonimato, indicó que en “las redes sociales” se enteraron de la salida desde San Pedro Sula, y que esperan “primeramente en Dios poder llegar hasta allá”.

Agregó que en las redes sociales también supo que senadores de Estados Unidos le han planteado en una carta dirigida al presidente de ese país, Joe Biden, para que apruebe un programa de protección temporal para los nuevos migrantes que lleguen a la nación del norte.

“Dijeron que nos iban a dar un tal TPS, no sé cómo es, para darnos la oportunidad de entrar para ver cómo trabajar allá para ayudar a nuestras familias”, enfatizó el mismo migrante, de 42 años.

Señaló además que los nicaragüenses son “reconocidos porque sabemos de todo”, y que en ese sentido, él sabe de “mecánica automotriz, enderezado y pintura” de vehículos, “soy taxista, puedo manejar y cualquier tipo de desempeño, soldadura, todo lo que nos pongan a hacer”.

También indicó que viaja con tres hijos y dejó “dos “chiquitos allá”, en Nicaragua, “con mi esposa”.

Los migrantes, que durante la noche continuaron llegando a la Central Metropolitana, comenzaron a concentrarse desde la tarde en pequeños grupos.

Entre esos grupos figuran varios de nicaragüenses conformados hasta por 16 personas, en su mayoría familiares, quienes coincidieron que salieron huyendo de su país porque no soportan la situación derivada por el régimen que presiden Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo.

Una migrante hondureña, que tampoco se quiso identificar, relató llorando que viaja con sus tres hijos, de 13, 10 y seis meses de edad, y un hermano, “huyendo porque lo quieren matar”.

Agregó que vienen desde Tegucigalpa, donde trabajaba como vendedora ambulante en un mercado popular, pero que “las ventas han bajado mucho y el dinero ya no ajusta para el alquiler de la casa y la comida”.

“Vamos a llegar hasta donde Dios quiera que lleguemos, añadió la misma mujer, cargando de pie en sus brazos a su hija de seis meses, mientras los otros dos y su hermano descansaban en una de las aceras de cemento de la Central Metropolitana del servicio de transporte interurbano de San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante de Honduras.

La mayoría de los migrantes, alrededor de mil, no sabían la ruta que seguirían hasta llegar a la frontera con Guatemala, entre Corinto, en el Caribe, y Agua Caliente, en el occidente hondureño.

Con información de EFE