Francisco urgió a “una conversión que desmilitarice los corazones, permitiendo que cada uno reconozca en el otro a un hermano”
El papa Francisco considera que “no es casual que la guerra haya vuelto en Europa en el momento en que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo“, en el mensaje para la jornada que dedica la Iglesia católica a los abuelos y los ancianos que fue presentado hoy.
El mundo vive un tiempo de dura prueba, marcado primero por la tempestad inesperada y furiosa de la pandemia, luego, por una guerra que afecta la paz y el desarrollo a escala mundial. No es casual que la guerra haya vuelto en Europa en el momento en que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo”, explicó Francisco.
Ante ello, el papa urgió a “un cambio profundo, una conversión que desmilitarice los corazones, permitiendo que cada uno reconozca en el otro a un hermano” y pidió a los abuelos y mayores, “enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a ver a los demás con la misma mirada comprensiva y tierna que dirigimos a nuestros nietos”.
Francisco también pidió a los mayores que, cómo hacen con sus nietos, tengan sobre sus rodillas “con la ayuda concreta o al menos con la oración, a todos aquellos nietos atemorizados que aún no hemos conocido y que quizá huyen de la guerra o sufren por su causa”.
Llevemos en nuestro corazón a los pequeños de Ucrania, de Afganistán, de Sudán del Sur”, instó en su mensaje para la Jornada que se celebrará el próximo 24 de julio.
Por otra parte, el papa volvió a condenar lo que llama la “cultura del descarte” que considera que “los ancianos no nos conciernen y se piensa que es mejor que estén lo más lejos posible, quizá juntos entre ellos, en instalaciones donde los cuiden y que nos eviten tener que hacernos cargo de sus preocupaciones”.
Y criticó que “las sociedades más desarrolladas invierten mucho en esta edad de la vida, pero no ayudan a interpretarla; ofrecen planes de asistencia, pero no proyectos de existencia”.
También pidió a los mayores que se impliquen en la relaciones con la familia, los hijos y los nietos, así como con las personas pobres y afligidas. “Todo esto nos ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no limitarnos a “balconear”, a mirar desde la ventana”, señaló.
La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro”, les dijo el papa a los mayores.
Con información de EFE