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Fotógrafo relata el ataque al embajador ruso en Turquía

Un policía turco mató el lunes al embajador de Rusia en Turquía al dispararle enfrente de una impactada audiencia que asistía a una exhibición fotográfica, y luego, caminando frente al cuerpo de su víctima, condenó el papel militar de Rusia en Siria con gritos de “¡No se olviden de Alepo! ¡No se olviden de Siria!”.

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El embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov, pronuncia un discurso durante una muestra de fotografías en Ankara momentos antes de que un hombre armado lo baleara en el lugar, el lunes 19 de diciembre de 2016. Karlov fue trasladado a un hospital, donde falleció después de varias heridas de bala, según las autoridades. Foto de AP / Burhan Ozbilici.
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Un hombre gesticula luego de herir a disparos al embajador ruso ante el gobierno de Turquía Andrei Karlov, en el piso, durante una exposición fotográfica en Ankara, el lunes 19 de diciembre de 2016. Foto de AP /Burhan Ozbilici.
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Varias personas buscan refugio en el recinto donde fue baleado el embajador de Rusia en Turquía, Andrei Karlov. Foto de AP/Burhan Ozbilici.
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Un hombre gesticula luego de herir a disparos al embajador ruso ante el gobierno de Turquía Andrei Karlov, en el piso. Foto de AP /Burhan Ozbilici.

Un fotógrafo de The Associated Press y otros presentes en la galería de arte atestiguaron aterrorizados mientras el atacante, quien vestía traje negro y corbata, realizó al menos ocho disparos, y en un momento caminó alrededor del cuerpo tendido del embajador Andrei Karlov, para luego dispararle nuevamente a quemarropa.

El fotógrafo hizo una crónica en la que relata lo que ocurrió en la galería.

El evento parecía de rutina, la apertura de una exposición de fotografías de Rusia. Así que cuando un hombre con un traje oscuro y una corbata sacó un arma, quedé de piedra y pensé que era un gesto teatral.

En su lugar, se trataba de un asesinato fríamente calculado que se desarrollaba frente a mí y otros testigos que, aterrados, comenzaron a cubrirse del ataque del hombre de cabello oscuro que acababa de balear al embajador ruso.

Los disparos, al menos ocho de ellos, fueron muy ruidosos en la galería de arte. La gente gritaba, se escondieron detrás de las columnas y debajo de las mesas. Tenía miedo y estaba confundido pero encontré un escondite parcial detrás de una pared e hice mi trabajo: tomé las fotografías.

La exposición, titulada “De Kaliningrado a Kamchatka, a los ojos de los viajeros” presentaba fotos de la región del Báltico occidental de Rusia a la península de Kamchatka en el este. Decidí asistir simplemente porque estaba en mi camino a casa desde mi oficina en Ankara.

Cuando llegué, los discursos ya habían comenzado. Después el embajador ruso Andrei Karlov comenzó a decir su discurso, me acerqué a él a fotografiarlo, pensando que las imágenes que capturara serían útiles para las notas de las relaciones turco-rusas.

Él estaba hablando en voz baja y con amor por su tierra natal, parando ocasionalmente para permitir que el traductor pudiera transmitir sus palabras en turco. Recuerdo haber pensado lo tranquilo y humilde que parecía.

Luego vinieron los disparos en rápida sucesión y el pánico en el público. El cuerpo del embajador estaba en el suelo a pocos metros de mí. No podía ver nada de sangre a su alrededor, creo que pudo haber recibido un disparo en la parte de la espalda.

Me tomó unos segundos darme cuenta de lo que había sucedido: un hombre había muerto delante de mí; una vida había desaparecido ante mis ojos.

Me moví hacia atrás y hacia la izquierda, mientras que el hombre armado, posteriormente identificado como el oficial de policía Mevlut Mert Altintas, señaló con la pistola a las personas que se encontraban ya en el lado derecho de la habitación.

Al principio yo no podía entender lo que había motivado al  tirador. Pensé que podría ser un militante checheno. Pero la gente dijo más tarde que estaba gritando consignas sobre la ciudad siria de Alepo.

Por lo que probablemente estaba enojado por los bombardeos rusos de Alepo que tienen como objetivo expulsar a los rebeldes. Miles de civiles han muerto en los combates.

También gritó “Allahu Akbar” pero no podía entender el resto de lo que dijo en árabe.

El pistolero se agitó. Caminó alrededor del cuerpo del embajador, rompiendo algunas de las fotos que colgaban de la pared.

Estaba, por supuesto, temeroso y sabía del peligro si el pistolero se volvía hacia mí. Pero avancé un poco y fotografié al hombre mientras mantenía a sus rehenes todavía cautivos.

Esto es lo que pensaba: “Estoy aquí incluso si me provoca heridas o la muerte, soy un periodista que tengo que hacer mi trabajo, podía huir de allí sin hacer fotos … Pero… yo no tendría una respuesta adecuada si la gente después me preguntaba: “¿Por qué no tomaste fotografías ‘”

Incluso pensé en los amigos y colegas que han muerto al tomar fotografías en zonas de conflicto en los últimos años.

A medida que mi mente daba vueltas, vi que el hombre cayó y, sin embargo, él, curiosamente, estaba en control de sí mismo. El atacante fue baleado y todos se pusieron de pie de nuevo. Los guardias de seguridad nos ordenaron desalojar la sala y nos fuimos.

Ambulancias y vehículos blindados llegaron pronto y se puso en marcha el operativo policial. El atacante murió más tarde en el tiroteo.

Cuando regresé a la oficina a editar mis fotos, quedé en shock al ver que el tirador estaba de pie detrás del embajador mientras hablaba. Como un amigo, o un guardaespladas.

Redacción