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El virus que lo cambió todo. A un año del primer caso de COVID-19 en el mundo
Foto de EFE

El primer caso conocido de COVID-19 se detectó el 17 de noviembre de 2019 en la provincia de Wuhan, en Hubei, China.

Una persona de 55 años cuyo caso se convirtió en viral y que, un año después, ha venido a cambiarlo todo en al mundo.

Hasta ahora, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, hay más de 55 millones de casos y 1.3 millones de muertos por este nuevo tipo de coronavirus.

La llamada inicialmente ‘neumonía de Wuhan‘ comenzó su propagación semanas después del primer caso.

La enfermedad, jamás vista hasta ese momento, fue reconocida por China hasta el 31 de diciembre de 2019.

Hasta ahora el origen de dicho virus se desconoce. Se cree que pasó a los humanos de un animal salvaje, posiblemente un murciélago o de un pangolín.

Ese mismo mes, la Organización Mundial de la Salud comenzó a emitir advertencias sobre la peligrosidad de este padecimiento pero se negó a dar una alerta sanitaria por ella.

Fue hasta el 13 de enero de 2020 se confirmó el primer caso de contagio fuera de China, con un caso ocurrido en Tailandia.

Con apenas 41 casos confirmados de COVID-19 en el mundo, principalmente en China, la OMS advirtió por un posible brote más amplio aunque todavía se desconocía la gravedad.

Para el 22 de enero de 2020, la OMS emitió una declaración en la que se demuestra la transmisión del virus entre seres humanos tras una revisión en Wuhan.

El 30 de enero de este año, la OMS declaró que el brote de COVID-19 constituía una emergencia de salud pública de importancia internacional.

Era la sexta vez en el mundo que se hacía una declaración de este tipo.

La declaratoria de pandemia de este virus llegó el 11 de marzo, cuando especialistas advirtieron de los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad y su gravedad.

Un año después del primer caso, se sabe que el SARS-CoV-2, que causa la enfermedad conocida como COVID-19 es un virus altamente contagioso que provoca, en casos graves, la muerte.

Investigación

Actualmente, especialistas trabajan en varias vertientes, una consiste en establecer el origen y método de transmisión del virus, incluso rastrean los orígenes del virus para establecer un patrón dos meses antes del primer contagio.

Otra de las vertientes de la investigación se centra, principalmente, en la creación de una vacuna contra el virus.

Esta carrera, la más avanzada en etapa de investigación, se ha convertido en la única esperanza para evitar la propagación.

Al menos 10 vacunas candidatas en el mundo se mantienen en pruebas. Algunas ya de Fase 3, que implican ensayos clínicos en humanos.

De manera secundaria, también se investigan nuevos fármacos para tratar la enfermedad, así como los efectos de medicamentos ya existentes en el tratamiento de enfermedades relacionadas.

Numerosos países del mundo, al mismo tiempo, han hecho, a lo largo del año, medidas de distanciamiento social para evitar mayor propagación de los casos. Gobierno han ordenado confinamientos masivos nacionales y la suspensión de actividades escolares y económicas con el objetivo de evitar aglomeraciones, principalmente en espacios cerrados.

Sin embargo, pese a los esfuerzos internacionales, aún no existe una cura o algún tipo de mecanismo efectivo para evitar el contagio, mismo que en algunas regiones del mundo se presenta en una segunda ola.

Como medidas preventivas, y como las únicas que se pueden tomar para evitar la propagación del virus, al momento, se mantienen las recomendaciones del uso de cubrebocas, el lavado de manos frecuente, uso de alcohol gel además del distanciamiento social.

México

El primer caso de COVID-19 se detectó en México el 27 de febrero de 2020.

Desde entonces y hasta ahora, los casos se han incrementado de manera exponencial.

Tan solo 19 días después del primer positivo de coronavirus, el 18 de marzo, se registró la primera muerte en México por la enfermedad respiratoria, cuando sumaban 118 contagios.

La primera víctima mortal del COVID-19 a nivel nacional fue un hombre de 41 años de edad quien permanecía internado en el INER y había presentado los primeros síntomas el 9 de marzo.

Fue entonces que se anunció la Jornada Nacional de Sana Distancia. A partir del 23 de marzo, el Gobierno de México incluyó mantener una distancia entre personas de 1.5 metros, la suspensión de actividades escolares y actividades no esenciales, además del confinamiento en casa, bajo el lema ‘Quédate En Casa’.

Dichas medidas estaban encaminadas a levantarse el 19 de abril. Una jornada que iba a durar solo cuatro semanas. Sin embargo, ante el inicio de contagios comunitarios, el 30 de marzo se declaró la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor, lo que obligó a la expansión de las medidas preventivas contra el COVID-19, misma que se extendió hasta el 31 de mayo.

Hoy en día, en México, ocho meses y 20 días después del primer caso, cuenta con un millón 9 mil 396 casos positivos confirmados acumulados de COVID-19 en México, y es uno de los países con más mortalidad por el virus en el mundo, con un total de 98 mil 861 decesos.

Actualmente, estados como Chihuahua, Durango y Zacatecas presentan un incremento en el número de casos. Dichas entidades han aplicado nuevas medidas de distanciamiento social, tales como cierre de comercios, prohibición de reuniones y diversas restricciones a la movilidad.

No es momento de bajar la guardia

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, advirtió que “no es momento para la complacencia” pese a los resultados positivos que han mostrado algunas vacunas experimentales contra el COVID-19.

La OMS también alertó por un preocupante número de pacientes de COVID-19 que, pese a superar la enfermedad, presentan secuelas en su salud a largo plazo, y recordó que ésta la provoca “un peligroso virus que puede atacar cualquier sistema del organismo”.

Todos los países utilizan los recursos a su disposición para seguir combatiendo el avance del coronavirus, desde el rastreo de casos a las cuarentenas de afectados sospechosos.

Hoy más que nunca, la cooperación internacional se ha convertido en un elemento vital para la protección de la salud a nivel local y mundial.

Y aunque el futuro es incierto, especialistas señalan que hay resultados prometedores en los estudios de vacunas que podrían llegar el próximo año.

Por Tania Villanueva