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Desciende en Portugal cifra de muertes por COVID-19 tras dos meses de cierre de fronteras
Servicios de emergencia en Portugal. Foto de EFE

A finales de enero Portugal se ahogaba, encadenando récords de más de 300 muertes y 16 mil contagios en una jornada. Dos meses después, ha llegado a notificar apenas dos muertes en un día y mantiene las infecciones bajo control, un logro apoyado en un estricto confinamiento y la vacunación.

El sacrificio de Portugal, que con diez millones de habitantes suma 16 mil 848 muertes y 821 mil 722 casos de coronavirus desde que empezó la pandemia, lleva semanas mostrando unos frutos visibles también este miércoles, con tres muertes -solo dos el día anterior- y 618 casos notificados, un leve repunte dos semanas después de recuperar alguna actividad.

Es una estabilidad a la que acompaña una mejora constante de todos los indicadores, especialmente en los hospitales, cuyo inminente colapso en enero hizo que el país se confinara.

Del pico de más de 900 pacientes COVID-19 en cuidados intensivos y 7 mil en planta, números insostenibles que se dispararon tras un relajamiento navideño y la fuerte entrada de la variante británica, se ha pasado ahora a 558 hospitalizados, de los cuales 127 están en la UCI.

Un cambio completo en apenas dos meses repletos de lecciones que sostienen ahora la desescalada portuguesa.

Confinamiento, la principal clave

“Es probablemente el principal factor que llevó a esta reducción”, afirma tajante a EFE el presidente de la Asociación Nacional de los Médicos de Salud Pública, Ricardo Mexia.

Los portugueses volvieron a encerrarse en casa el 15 de enero, en medio de una situación que Mexia recuerda como “absolutamente dramática”, con la sensación de que todo se había descontrolado. Portugal vivía entonces su peor momento de la pandemia y era líder mundial en contagios y muertes.

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Cierre de fronteras en Portugal. Foto de EFE

Para revertir la situación se anunciaron drásticas medidas, permitiendo salir de casa apenas para lo esencial, que aún no se han revertido. Hace dos semanas comenzó la desescalada gradual del país, en la que han abierto apenas guarderías, preescolar y colegios de primaria, así como peluquerías y librerías.

Y el balance hasta ahora es que “la situación se mantiene controlada”, apunta Mexia, con la progresiva mejora de todos los indicadores y las muertes a raya, sin sobrepasar desde hace semanas los 20 óbitos diarios.

Aun así se mantiene una cautela para muchos excesiva. “Después de lo que pasó en enero acabamos yendo un poco mas allá de lo que quizá sería estrictamente necesario”, admite Mexia, que considera que la reapertura gradual de los colegios podría haberse adelantado un par de semanas.

Esa tendencia se mantiene de cara a la segunda fase, que prevé una de las mayores ambiciones sociales, la reapertura de las terrazas, a partir del 5 de abril, pero no se le dará luz verde definitiva hasta este jueves, una vez valorado el impacto de los primeros días de la semana santa.

Frontera terrestre con España cerrada, control en vuelos

La otra gran determinación de enero fue cerrar Portugal. Se endurecieron los controles en las entradas aéreas, con exigencia de PCR negativa y hasta cuarentenas para vuelos procedentes de países con elevada incidencia.

Además, los vuelos desde y para Reino Unido y Brasil están suspensos, y de cara a la semana santa apenas se permiten llegadas por motivos “esenciales”.

Pero el mayor choque se reservó a la frontera terrestre con España, donde volvieron controles que apenas atraviesan desde entonces trabajadores transfronterizos, portugueses de regreso a su país o extranjeros con residencia en Portugal.

“Seguramente haber cerrado las fronteras en enero habrá eventualmente protegido incluso más a España que a Portugal”, argumenta Mexia, por la desbocada incidencia COVID-19 en el lado luso.

Vacunación continua

Confinarse y mejorar controles en la entrada al país ha sido fundamental no solo para frenar la curva, sino que ha acabado por ser un escudo bajo el cual ha transcurrido la vacunación de los más vulnerables, que además podrán estar protegidos antes de que concluya la desescalada del país.

La previsión es que para mediados de abril “el objetivo de salvar vidas prácticamente resuelto al 100 por ciento”, según el responsable del plan de vacunación, el vicealmirante Gouveia e Melo, puesto que para entonces usuarios en residencias de ancianos, personas con más de 80 años y ciudadanos de entre 50 y 79 años con las patologías de mayor riesgo ante el COVID-19 estarán protegidos con al menos una dosis.

El escenario para cuando reabra completamente la actividad, en mayo, será por tanto “sustancialmente diferente”, con menor mortalidad, aunque habrá que seguir de cerca el aumento de la incidencia que inevitablemente se producirá, avisa Mexia.

Las herramientas para lograrlo: pruebas COVID en masa, vigilancia epidemiológica, acelerar con las vacunas e insistir en comunicar que controlar el COVID-19 no es cosa de “milagros” en Portugal, y que los ciudadanos pueden “controlar ese destino” si tienen cuidado.

Con información de EFE